Dos dias despues de quemar a su madre, el principe Daeron salio del castillo para ir al pueblo y terminar en la calle de seda y ver a su intima amiga Luciena. Su mayor aliado fuera de la Fortaleza. Daeron recorrió el pueblo hasta llegar a la calle de seda. Encontrándose así a su Luciena. Ella no lo había notado aún, así que el se encaminó para alcanzarle. La abrazo por la espalda apenas estuvo a su lado.
Mi hermosa Luciena, te extrañe querida-expresa el príncipe con un susurro íntimo en su oído-
Mi príncipe-responde ella- lo extrañe mas mi señor- para virarse y poder ver esos hermosos ojos de su señor-
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Te extrañe de verdad- termino de decir el príncipe para besarla y así llevarla a una de las habitaciones y tirarla a la cama-
-Eres tan pequeña- Susurra entre besos y Luciana sonrió, pues se debe inclinar mucho para poder besarme. En un movimiento rápido me carga sin abandonar sus manos de mi trasero y sigue devorando mi boca.
Ahora Luciana estaba tirada en la cama observando como su príncipe se quieta a la ropa y la miraba-abre las piernas, porque tu príncipe lleva mucho tiempo sin follar y solo quiere hacerlo contigo -susurra como un animal al asecho.
Si mi príncipe, yo lo extrañe más-dijo ella entrecortada, gimiendo como perra en celo-
-Adoro oírte -Sonrío y beso sus labios. Tanto tardo en ello que soy apenas consiente de que una capa dorada de Daemon los estaba viendo y solo quería que terminaran para ir a decirle. Daeron.. Continúa... No pares por favor... -Mi amor... -Daeron se detuvo cuando esa palabra sin permiso escapó de Luciana
