Argentina vs Croacia

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Desperté al sentir caricias sobre mi mejilla, un tanto apresuradas, mis ojos descubrieron quién era el autor de los mimos. Costó unos segundos despertar, la luz dio la bienvenida a la imagen de Julián sentándose en la cama con una taza, mejor dicho con mi taza de Gilmore Girls en su mano. El aroma a café ayudó a que me incorporé y logré sentarme, era difícil creer que él seguía ahí, aún a mi lado. 

—Buenas, ya no días sino más bien, tardes —dijo al ofrecerme la asa de la taza, la que más quería de mi cocina. La había comprado en una feria del Parque Centenario, un sábado nublado de Agosto. De todas las tazas, él hizo el café en ella. La tomé con cuidado de no volcar su contenido, la espuma de un dorado pastel se veía en su interior. — Ya casi son la una de la tarde.

—¿Qué?—, busqué con la mirada mi celular para corroborar esta nueva información a la vez que intentaba recordar si ya tenía planes para éste día. Julián parece que entendió en que andaba mis pensamientos.—Mi celu...—

—Acá está—, lo encontró entre la sabana y el acolchado. Al querer acercármelo, apretó algún botón y ambos fuimos testigos del cómo mi celular se iluminó para mostrar al arquero de la selección, "Dibu" Martínez, era la imagen de bloqueo de pantalla. No comentó nada, no se inmutó , tomé mi celular avergonzada y ahí estaba bien en claro la fecha y hora: Sábado 10 de Diciembre, eran las doce y cincuenta horas. 

—Que tarde, dios —, dije revisando las notificaciones. En su mayoría eran de twitter, algunas de instagram y pocas de tiktok. Ningún whatsapp.— Todo bien, no puedo creer que dormí de nuevo.

Hizo señas para que tomara el café  asi que no dudé en hacerle caso. Cerré los ojos ante el primer sorbo, al principio solo sentí calor, luego apareció la amargura, tan intensa que no pude seguir. Al abrirlos, él estaba a centímetros de mi rostro, aprovechando que bajé la taza para ser él quién se ocupada de cubrir mis labios con los propios. Fue fugaz y fue sorpresivamente tibio.

—¿No te hiciste café? —pregunté en cuanto mis neuronas se conectaron entre sí y procesaron la información a medida que iba regresando a la realidad. 

—Tengo que irme —, le escuché decir cuando se levantó de la cama. Al prestar atención a cómo estaba vestido, ya no tenía la ropa que le presté sino la que usaba ayer, ahora seca. La prestada quedó doblada y ordenada sobre la otra mesa de luz.— Quería dejarte el café antes de irme.

—Ah—, oculté la decepción al beber un poco más del café,  un sorbo bastante corto porque olvidé lo amargo que estaba, y me levanté cómo pude sin volcar nada. Su sonrisa aún estaba ahí, tal como la primera vez que lo vi.

—¿Podrás bajar a abrirme la puerta?—comentó al pasar por mi lado yendo hacia la puerta principal y no dudé en seguirle, primero poniéndome las pantuflas. Tomé las llaves de la mesa del comedor y lo seguí hacia el pasillo cerrando la puerta, aún con la taza en mi mano.—Trajiste el café —, observó en voz alta cuando ambos entramos al ascensor. Asentí con la cabeza, recordando de beber un poco más, mi nuevo autoreflejo. El viaje fue corto, caminar hacia la entrada principal también fue solo un momento y lo despedí con un beso en su mejilla aunque intenté ir hacia sus labios. 

Así fue como él se fue.  

Me quedé un poco confusa, entre la frialdad de su ida y el café cálido aún en mis manos, sin pensarlo mucho regresé a casa, directo hundirme en la cama entre las sábanas y acolchado que aún tenían su esencia. 

Pasaron las horas hasta que el celular comenzó a sonar, y en el segundo llamado lo atendí.

De un momento a otro me encontré sentada en el suelo del balcón de mi amiga, viendo el cielo y la transición de las nubes yendo hacia el otro lado. Mi mejor amiga estaba preparando el mate, eran las seis de la tarde y ambas decidimos disfrutar de la compañía de la otra. Me acerqué cuando recibí un codazo de su parte y le agradecí el mate, mirando hacia la nada hasta que noté que ella me hablaba. Otra vez me perdí en mis pensamientos.

Cábala | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora