Argentina vs Australia

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No sé por dónde comenzar, solo sé que no fue lo que pensaba que iba a pasar. Les cuento.

La última vez que lo vi fue el Miércoles al finalizar el partido de Argentina contra Polonia, se quedó a mi lado hasta que le llamaron para ordenar cajas o limpiar mesas u ordenar mesas o limpiar cajas. Nuestras despedidas comenzaban a ser rutinarias, el momento cúlmine era el partido y luego el destino se cansó de vernos juntos o cerca asi que nos alejaba.  Recuerdo que  pagué en efectivo dejándolo en la mesa, me guardé en una servilleta el mini-alfajor, me despedí de mi jefa en el chat y apagué la notebook. No me tomó mucho tiempo en guardar todo para irme, antes de hacerlo, él volvió y me sonrió.

Diría que literalmente mi cuerpo dejó su solidez volviéndose un líquido machando el piso de la entrada.

Eso no paso pero asi fue en mi interior.

—Nos vemos—saludó atento seguido de un gesto con la mano.

—Nos vemos—le respondí de la misma forma.

Y esa fue la última conversación que tuvimos.

Desde entonces los días pasaron, a distintos ritmos, a veces mi ansiedad corría adelante de ellos y otros me pasaban por arriba con gran velocidad. De todas formas siempre terminaba agotada en la cama pensando en el trabajo, en el mundial, en que estábamos a punto de jugar contra Australia por pase a cuartos. Todos los partidos que vendrían, anulo mufa, era ganar o despedirse de la copa. Era mucho para pensar, sin embargo, él entraba a mi mente como lo hacía en la cafetería vestido de la misma forma. Camisa blanca, arrugada a la altura de sus codos por estar siempre arremangada y el delantal negro apretado a su torso, delineando su cintura. Su rostro adornado por su cálida sonrisa, de alguna forma mi cabeza comenzó a reproducir "Here comes the sun" por The Beatles*. Podría imaginarlo a mi lado, riéndose y tomando mi mano. Asi pasaba las noches, días, hasta que finalmente llegó el Sábado.

Eran las tres de la tarde. No prendí la televisión, no quería ver el celular, intenté protegerme de la ansiedad de todos porque ya con la mía era suficiente para llenar el Monumental, además esta iba a ser la primera vez que no estaría de casualidad sino a pedido suyo. Tiré toda la ropa en la cama, en realidad ya estaba tirada por todos lados de la habitación, nunca me digné a ordenarla. Era un reflejo del caos de mi mente, ropa por todos lados.
            ¿Qué podría vestir además del nerviosismo de siempre? Tomé lo más básico, simple y cómodo gana siempre. Una remera larga naranja y un jean desgastado que parecía llegar a un gris claro. Me quedé sentada entre los pilones de ropa, esperando que sean las cuatro menos cuarto, no iba a aparecerle antes de tiempo. Ansiosa si, desesperada no. 

Con el celular en mano, miraba el icono de Tiktok, el de Twitter e Instagram. Sabía que en toda red social estarían hablando del partido de hoy y quería evitar eso a toda costa. Hice lo único que podía hacer, comencé a ordenar muy a mi pesar. Era lo único no relacionado al mundial, ni a Julián, y podía hacerlo sin pensar mucho en eso casi de forma automática además que lograría pasar el tiempo de esa forma. 

Como lo predije, el reloj de mi muñeca marcó las cuatro menos veinte y era lo que necesitaba. Sali del departamento rápidamente para caminar las cuadras, notando la ausencia de personas en cada una además de autos circulando. Al llegar a la esquina, detuve todo paso apresurado, no creí lo que veía.  La cafetería estaba colmada, treinta personas aproximadamente ocupando mesas dentro del local, todas mirando para el mismo lado donde estaba un televisor agarrado a la pared. Casi cerré los ojos por instinto para no ver el partido. Intenté abrir la puerta sin golpear a nadie, realmente no había mucho espacio. 

Alguien con cuidado apoyó su mano en mi cintura cuando traté avanzar mirando nerviosa donde podría sentarme.

—Tene cuidado—le escuché decir y al observar, esa persona era Julián. Nunca antes habíamos están cerca uno del otro. Su altura se notó porque tuve que levantar un poco el mentón para alcanzar a ver sus ojos castaños—.Estamos llenos.

Cábala | Julián ÁlvarezWhere stories live. Discover now