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「twins 」
—Lamento no darte la satisfacción actuando de forma madura, pero, ¿Cómo podía negarme?— sonrió dando un paso al frente de sus damas de compañía—. Enviaste una invitación bastante especial para mí— Morgana asintió—. Eres despreciable.
—¡Saerys!— el nombre de la princesa sale súbitamente de los labios de Laena.
Dorne y la dinastía Targaryen tenían una relación bastante conflictiva. No podía arruinar está pequeña oportunidad de paz y armonía por sus pensamientos personales.
El rostro de Morgana se tenso con furia contenida.
—Una víbora egoísta y sobre todo maleducada— bufa Saerys sin inmutarse de los rostros pálidos de sus acompañantes incluído su capa blanca—. Tu rostro me da náuseas, quiero asfixiarte en estos momentos.
Haelys contuvo la respiración, la princesa no usaba ese tono de voz agresivo y desdeñoso más que con Otro Hightower. Era tan sorprendente que lo usará con una Dorniense que tal parecía conocía con anterioridad.
El silencio abrumador acompañado con los instintos asesinos de ambas princesas se rompió cuando Morgana decidió abrir la boca. Las damas de honor casi pudieron adivinar de que las mandaría a ejecutar o algo por el estilo.
Nadie en el reino tenía fé de que la princesa Saerys logrará una estable relación con Dorne. Y esto parecía confirmarlo.
—¿Acabaste?— pregunta —. ¿O seguirás diciendo halagos tan dulces, Sae?
—Lo digo en serio, eres despreciable— confirmo la targaryen.
Entonces esos rostros severos y hostiles se relajaron. Saerys formó una media sonrísa que rápidamente fue correspondida por la Martell.
Se acercaron para darse un abrazo efusivo.
Los acompañantes de la princesa Targaryen pasaron del miedo a la confusión por tal acto.
—Me alegra que vinieras, querida— inquiere la Martell separándose—. Lamento mucho las molestias.
—Es tu onomástico y aunque realmente quería matarte, no podía perder la oportunidad de vernos de nuevo— confesó Saerys—. Me esforcé en tu regalo, lo tienes que amar o te haré que Cannibal te coma viva.
—Con que estuvieras aquí, es suficiente.
—Pudiste enviarme una carta no un mensajero que alteró la corte— le reclamo.
Morgana se rió.
—Como si no alterarás a la corte con tu simple existencia— bromeó.
—Bueno, no te equivocas del todo— alzó los hombros inocentemente—. Solo me hubiera avisado, a mi padre le dió como su noveno infarto desde que llegué.
