Capítulo 3

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Sonaron bocinas. Pisé el freno justo antes de chocar contra una pila de hormigón de un paso a desnivel.

Melissa y yo nos miramos, jadeando.

-¿Eso es hielo? -Su mano tembló cuando apuntó hacia el parabrisas.

Asentí, tomando la manija de la puerta.

-No -dijo Melissa rápidamente -. No salgas.

-Alguien podría estar herido. -Miré hacia atrás, al centro de la autopista.

Ni un solo coche había quedado detrás de nosotras.

-Tomemos la próxima salida y larguémonos de aquí. -Melissa se inclinó hacia adelante como si pudiera hacer que el auto acelerara.

Temblando, puse el coche en marcha y busqué una ruta que volviera hacia la autopista. Hicimos los seis metros hacia la salida Martin Luther King.

-Cuando nos bajemos, ¿me dices cómo llegar al hotel?

Ella asintió, instruyéndole al GPS de mi móvil que evitara autopistas. Nos mantuvimos en silencio hasta que entramos en el estacionamiento del hotel. Mis piernas estaban temblando cuando salí del coche y respiré profundamente para calmarme.

-No le podemos contar a nuestras madres esto -dije -. Nunca nos dejarán conducir a cualquier otro lado.

Melissa pareció preocupada pero asintió.

-Persephone, ¿qué fue eso?

Sacudí mi cabeza y me encogí de hombros.

-Solo el viento, supongo. ¿Por qué no querías que saliera del coche?

-Um, porque era una enorme autopista aterradora. Se han atropellado personas mientras cambiaban los neumáticos.

-Oh, -Hice una mueca ante ese pensamiento.

-Además del hecho de que tu coche fue elegido por una fuerza de la naturaleza. -Su voz era seca, y por primera vez no sabía si estaba siendo sarcástica o hablaba en serio.

Reí, el sonido salió más fuerte de lo que pretendía.

-Eso no es posible. Estoy segura de que también afectó a otros; quizás no pudiste verlo. Eran todos enormes SUVs -Palmeé mi coche -. Este es ligero.

-Había hielo.

-Es diciembre.

-¡Está haciendo veinte grados!

-Quizás había una fiesta navideña en la torre de CNN. El viento puede haber volado desde el techo... -Mi voz se fue apagando, dándome cuenta de qué tan poco sentido tenía eso -. Hay una explicación lógica.

-No lo dudo. -Melissa se mantuvo en silencio hasta que encontramos nuestra habitación.

Me giré y la miré a los ojos.

-Deja de actuar espeluznantemente. Solo olvidémoslo, ¿de acuerdo?

Ella suspiró y abrió la puerta del cuarto del hotel.

-Todavía no puedo creer que tu madre aceptara esto.

-¡Fue su idea! - Le sonreí agradeciéndole por cambiar de tema, inhalé el químico olor del limpiador de alfombres y entré al húmedo cuarto -. Todavía no sé cómo lo consiguió.

Las botas de Melissa dejaron huellas en la alfombre color trigo. Dejó caer su mochila verde junto a una de las camas matrimoniales, luego fue hasta la ventana y abrió las cortinas con estampado de mármol.

-Quizás tiene un novio o algo así y quiere tiempo a solas. -Hice una mueca dejando mi mochila con estampado de margaritas sobre la cama.

-Me sorprende que tu madre lo haya aceptado.

Persephone. Hija de ZeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora