uno.

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Omnisciente

El sol se adentraba por las blancas cortinas de su habitación. Intentando librarse de él, se removió sobre el suave colchón en el que tenía el placer de dormir.

Sintió un cosquilleo en la naríz, seguido de dos pequeñas manitos tocándole la cara de forma juguetona.

El aroma a leche en polvo y pequeñas motitas de primavera inundó sus fosas nasales. Su ceño se fruncía conforme esas manitos continuaban jugando sobre su rostro poco despierto.

Y finalmente, a causa de todas sus morisquetas a la incomodidad, abrió sus ojos. Escuchando de primeras la hermosa risa de su querido cachorro.

Kouki estaba sentadito al lado izquierdo de su cabeza, divirtiéndose con los cachetes de su madre.

—Hijo— habló somnoliento el Omega, acercando sus labios a la panchita de su bebé; dándole besitos que le hacían reír.

Y con ello, llenando de alegría y ánimo al Kawata.

—¿Te volviste a escapar de la cuna, pequeño diablito?— sonrió haciéndole upa—. Mira que bonito sos, mí vida.

Viéndose así en el espejo, cargando a su bebé estando con su pijama y los dos con sus pelos despeinados; aseguraba ser cada día más feliz.

Había pasado un año desde que la separación se llevó a cabo. Él sin un Alfa que le acompañe en el cuidado del cachorro como figura paterna, aún así no lo veía necesario; Souya Kawata es suficiente padre y madre, con el suficiente amor que su bebé necesita y está dispuesto a hacer todo por el mismo.

Se cepilló él sus dientes y los tres diminutos dientecitos que el Cachorro de casi dos años de edad ya poseía, siendo blancos y afilados.

Según su tío sanguíneo, y los postizos, el dolor al ser mordidos por el pequeño cachorro era horrible; llegando a dejarles marcas que tardaban días de desaparecer de sus brazos o dedos.

—¿Tenés hambre, bebé?— preguntó con esa vocecita bajita y aguda con la cual se ganaba la atención del menor.

Apoyado en la cama del Omega, el bebé empezó a balbucear tirando sus brazos en señal de que le hiciera upa. Aprovechando la acción para prenderse sobre la ropa al pezón de su madre, quién rió suavemente sentándose listo para alimentar a su cachorro.

Levantó su camisa holgada dejando a la vista su pecho, la cabecita del pequeño se dirigió al botón rosadito comenzando a mamar lentamente.

Produciendo así, un sentimiento de felicidad enorme en el Omega.

Mientras el cachorro tomaba la leche materna, Souya tarareaba una dulce canción de cuna que la nodriza de la familia Kawata les cantaba a él y a su gemelo  al ser ellos dos pequeños bebés.

Poco a poco el bebé dejó de succionar el pecho del Omega, estando a punto de rendirse ante el sueño que le producía haberse alimento y llenado la pancita.

Puchi~— susurró Sou haciéndole provecho a Kouki. Luego de cambiar al bebé, completamente dormido, lo colocó en su cangurera de frente listo para desayunar e iniciar otro día de su vida.

 Luego de cambiar al bebé, completamente dormido, lo colocó en su cangurera de frente listo para desayunar e iniciar otro día de su vida

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melón vino || SanGry.Where stories live. Discover now