Capítulo XVII

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Estando un poco más tranquilo después de la conversación con el joven lobo le restó importancia a otros asuntos que atormentaban su mente por vigésima vez en el día durante su trayecto a su recámara, sus pies se arrastraban por los pasillos extrañ...

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Estando un poco más tranquilo después de la conversación con el joven lobo le restó importancia a otros asuntos que atormentaban su mente por vigésima vez en el día durante su trayecto a su recámara, sus pies se arrastraban por los pasillos extrañamente tranquilos sin percatarse del movimiento a sus espaldas.

Por un instante sus pies vacilaron por su rumbo al sentir el calor de un segundo cuerpo muy cerca del suyo y, entonces, lo sintió.

En el instante en que el intruso lo había tomado del brazo se tensó en medio del corredor al tiempo que sentía su corazón acelerándose dentro de su pecho, y mientras estaba siendo empujado hacia adentro de unas de las habitaciones desoladas jadeó imperceptiblemente.

Su respiración se detuvo por cortos lapsos de tiempo, tragando en seco al sentirse atrapado con quién fuera.

De espaldas a la puerta sintió esas feromonas conocidas que agudizaban sus sentidos. Apenas si se atrevió a inhalar cuando el aroma ya se había pegado a cualquier parte de su cuerpo, ese aroma a butirato de etilo llegaba como un torbellino a sus fosas nasales pero atreviéndose a sentir una vez más ese aroma inhaló de nuevo. Intento anticipar o siquiera captar el más mínimo movimiento del príncipe, y por un momento se encontraba dudando si encararlo o no.

La parte racional de su mente le gritaba que se fuera y cumpliera con su promesa pero su corazón gritaba todo lo contrario.

Girándose a encararlo sintió su corazón dar un vuelco al ver a Aemond de pie frente a la puerta, vacilando si acercarse o no, la cual agradecía para sus adentros.

"—Tengo que ir a mi habitación, tío" su voz tenue estalló en los oídos del más alto, atrayéndolo. Dio un paso al frente con una mirada indescifrable para Aemond. "—No creo estar en condiciones de tener una conversación contigo".

Aemond apretó sus puños a ambos lados al notar su indiferencia. "—Entiendo tu molestia pero esta no es una forma de tratarme…"

"—Tú no entiendes mi enojo" lo cortó de golpe antes de que acabará.

Casi podía jurar ver el destello de arrepentimiento cruzar el ojo sano del príncipe Aemond, pero no dejo que eso lo distrajera, solo el podía ver el odio que aún palpitaba en su carne.

"—Mi decisión fue lo mejor para los dos, no puede existir amor donde una sentimiento más fuerte se creó".

Su pecho vibro ante el dolor que sus frías y crudas palabras se clavaran en su alma, después de todo Aemond seguía siendo el mismo de siempre. Que equivocado estaba al creer que la noche anterior le tocaría un punto sensible, pero ahora podía ver que eso no fue así. Aunque el joven Lucerys no podía escuchar el crujido que emanó en el pecho de Aemond.

"—Ahórrate tus justificaciones…"

Aemond negó con la cabeza y eso fue suficiente para detenerlo.

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