Capítulo V

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Los días había pasado de manera rápida, el segundo vástago de la princesa Rhaenyra se sentía tan alejado de lo que sucedía a su alrededor

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Los días había pasado de manera rápida, el segundo vástago de la princesa Rhaenyra se sentía tan alejado de lo que sucedía a su alrededor. Las noches eran cada vez más tortuosas para él, la misma pesadilla llegaba atormentarlo con mucha más frecuencia, sufría desde el interior que lo hacía perder el control de su propia mente.

Era el séptimo día y el príncipe podía sentir la ausencia del joven Aemond, su última charla no hacía más que reproducirse en su mente sin parar, como un bucle sin final, aquella interacción había removido sus emociones. Se había ensimismado en la emoción de tenerlo cerca como aquella noche en su habitación, al despertar a las altas horas podía observar una sombra entre la oscuridad mirándolo fijamente. El castaño estaba ilusionado con la idea que fuera a visitarlo, pero estaba claro que le príncipe Aemond no lo haría, y al tenerlo presente le dejaba un extraño dolor en el pecho.

El castillo quedó en un silencio sepulcral mientras la seguridad estaba siendo duplicada día y noche. El consejo real ayudo y gozó del privilegio de las disculpas a  aquellas casas que habían salido afectadas. Esa noche la mitad de los invitados habían muerto, mientras que la otra mitad seguían resguardados en la fortaleza esperando el momento para marcharse. Días después ya nadie quedaba en el castillo.

Encontrarse solo era una de sus actividades favoritas, gozaba del privilegio de decir y actuar como le plazca, pero justo ahora se había convertido en el martirio de su vida. La heredera llegó al punto de abrumarlo con su sobreprotección; las estrictas reglas de los maestres eran no hacer esfuerzo para absolutamente nada. Lucerys se sentía tan sofocado que siempre lo miraran y solo vieran a un joven débil, deseaba salir y montar a Arrax, pero siempre había alguien que se lo impedía.

"—¿Luke?" La mención de su nombre lo hizo parpadear y girar su cabeza hacia la puerta. Robb Stark, el joven estaba de pie en la puerta mirándolo con una sonrisa. Lucerys frunció el ceño al verlo, pero aún así, su rostro le regaló una sonrisa pequeña. "—¿Puedo pasar?"

Instintivamente se lamió los labios y asintió. Regresó su mirada hacia el frente y pudo escuchar como cerraban la puerta de su habitación.

El norteño tomó el lugar vacío a su lado y se acomodó rozando su cuerpo con el suyo. En verdad que no se esperaba tener una visita esa mañana, pero le alegraba que al menos el lobo no lo haya olvidado.

Le dio un vistazo rápido antes de tomar una respiración profunda; Robb tenía una sonrisa cerrada mientras lo miraba.

"—No te había visto en mucho tiempo". Dijo jugando con sus dedos y la vista pérdida en la vista. "—¿Que haces aquí?" Preguntó algo nervioso.

Robb le sonrió acomodándose mejor a su costado, sus hombros tocándose levemente.

"—No ha pasado mucho", dijo pasando su mano por su cabello. "—Quería ver como se encontraba el príncipe de Marcaderiva".

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