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No fue un hermoso día cuando lo conociste.
El cielo estaba pintado como un fascinante mosaico de blanco y gris, y una brisa fría barría el campo, agitando la hierba y los árboles del prado.
Mordió tus mejillas, trayendo consigo la promesa de una tormenta.
El trueno se encrespó en el horizonte y los relámpagos parpadearon entre las nubes. Lentamente, de manera constante, comenzó a llover.
Un pequeño pabellón se encuentra en el medio del campo, y rápidamente te refugias debajo de él, demasiado cautivada por las fuerzas de la naturaleza como para pensar siquiera en regresar a casa.
Te sientas en una de las viejas mesas de picnic de madera y cierras los ojos mientras continúa la tormenta.
El sonido de los pasos te hace abrir los ojos. No mucha gente viene aquí, especialmente cuando llueve.
Un hombre, mucho más alto que la gente que estás acostumbrada a ver en la ciudad, se eleva sobre ti. Tanto es así que realmente no puedes ver sus ojos.
Hace un gesto hacia el banco a tu lado, y te toma un momento registrar lo que está preguntando en silencio.
"¡Vaya! Sí, puedes sentarte allí"
Él asiente y tú tomas nota de su apariencia. El cabello rojo cubre parte de su rostro, y basado en lo que lleva puesto, ciertamente no es de por aquí.
Que interesante.
Ambos se sientan allí en silencio, escuchando el latido del corazón de la tormenta.
"Siempre me ha gustado la lluvia", comienzas, notando la forma en que el hombre extraño inclina la cabeza, sin mirarte. "Aunque a mamá le daba un ataque cada vez que llegaba a casa empapada, siempre he encontrado que las tormentas eléctricas son..." Un trueno particularmente fuerte resuena en el cielo, como si fuera una señal. "-fascinantes."
Te inclinas hacia adelante, saltando de la mesa. El sonido del trueno y la lluvia, el sonido del viento corriendo a través de los árboles, cada vez más rápido, crea una sinfonía caótica y hace que tu corazón lata al son de su melodía.
Pasan veinte minutos (¿o fue una hora? ¿un día?) y tanto tú como el extraño se sientan allí, admirando el rugido de la tormenta.
El trueno parece sordo, partiendo hacia otro pueblo.
Deberías volver a tu casa, no sin antes despedirte de este extraño cómplice.
"Fue agradable conversar contigo. ¿Quizás te vuelva a ver cuando llegue la próxima tormenta?"
Thor asiente, observando en silencio la forma en que sonríes ante el gesto y cómo pareces bañarte en el resplandor de la tormenta.
Luego te alejas, arrancando algunas flores a medida que avanzas, ajeno a los ojos dorados que observan mientras te vas.
Sin darse cuenta de los dos pájaros ahora posados en una rama cercana.
"¡Vaya! ¡Vaya! ¡Thor ha encontrado un humano interesante!"
"¡Ho! ¡Ho! ¡Qué extraña noticia!"
Los cuervos se ríen unos a otros, aunque son rápidamente silenciados por un fuerte trueno cuando la mirada aún más dura de Thor se vuelve hacia ellos. Vuelan, probablemente para sentarse en los hombros de Odín.
Una vez solo, suspira y decide ignorar la forma en que su corazón palpita cuando recuerda a la humana sin miedo a su tormenta.
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