— Tiempo atrás advertí vuestra llegada a la Tierra Media, y el caos que precedería a tal acontecimiento. —se estiró sobre su torno, más imponente, más terrorífico— Mas ninguno de mis semejantes tuvo a consideración mi juicio ese día.

Con duda, Silwen elevó la mirada de las baldosas hasta la gélida expresión de Námo. Separó sus labios, con palabras atascadas en su garganta y el miedo enredando su lengua, exhaló, sin embargo no surgió sonido alguno de su boca cuando una ráfaga de viento cruzó el gran salón.

Un ave de plumas azules, tan grande como ella, mas minúscula a comparación del Valar, se posó sobre un bajo pilar junto al trono. Su plumaje reflejaba los astros, las tonalidades del cosmo, no obstante lo más atrayente eran sus obres. Plata pura refulgía de ellos, dos pedazos de la Luna se enfocaron en Námo, quien no movió un ápice su cuerpo, indiferente ante la nueva llegada.

— Mi sentencia no ha sido dictada todavía, Manwë. 

Silwen se balanceó a un lado por la sorpresa, ya no se hallaba ante un único Valar. Su corazón abrió un pedazo de él para albergar esperanza y no terror. Su vida se había forjado ante la creencia de un guardián tras ella, pues el viento siempre había sido guía del camino correcto a tomar. Jamás imaginó, que aquella cálida sensación en su pecho, desde la infancia, portaba nombre, y era, sin duda, tan real como ella misma.

No pudo descifrar la respuesta del ave, de Manwë, pues la lengua que habló a continuación fue etérea. A sus oídos era melodía, grave, tan profunda que rozaba su interior. Mandos se mantuvo en silencio, indescifrable era su expresión a medida que eran dichas las palabras. 

Silwen se encontraba dispuesta a aceptar cualquier juicio impuesto, pues fuera cual fuera de ellos, en ninguno Legolas se encontraba a su lado. Su corazón ya se hallaba roto, y en tristeza había sobrevivido durante centurias su alma. No existía peor condena, que la que el destino ya le había entregado, la que Morgoth le había exigido como castigo a su amado padre. 

Lloró en silencio, anhelando regresar junto a Legolas, y junto a quienes lograron apaciguar los dolores de su alma. 

Námo asintió tras unos segundos inciertos, y Manwë, siendo capaz de percibir como el miedo flotaba en el aire, torció su cabeza emplumada hacia la elfa que luchaba por mantener su tristeza oculta a ojos de ambos. No obstante, era imposible ocultar tal pena. Manwë extendió sus hermosas alas, batiéndolas un ápice con elegancia para atraer la mirada de Silwen. Su intención de cesarle el llanto no fue en vano, pues entre los labios de ella asomó una escueta sonrisa. Silwen conocía en silencio como el Valar había cuidado de ella en la Tierra Media, durante centurias, y confiaba en que su guardián consiguiera ayudarla una vez más.

— Si ese es tu deseo... —habló con profundidad el señor de aquellos salones— Así se hará.

Námo asintió ante ella, exigiendo con un movimiento sutil que se alzara ante él, mas hasta que los ojos de Silwen no recibieron también un asentimiento de Manwë, esta no encontró valor para erguirse ante dos Valar. 

El cuerpo, delgado y ensombrecido por la túnica, se inclinó levemente hacia la elfa. Tan imponente, un aura de poder y terror lo envolvía sin tan siquiera proponérselo. Mandos separó sus finos y pálidos labios, un murmullo surgió de su garganta, su sentencia. Entonces, entre la expectación y el pánico de un destino horrible, Silwen sintió un tirón en sus piernas. Su cuerpo se desplomó con dureza en las baldosas, reverberando el ruido sordo en el gran salón. 

¡Davo annin... —bramó asustada, descubriendo que unos largos brazos habían surgido de la oscuridad para tomarla a ella— ...na van! —"Suéltame".

El espanto se reflejó en sus ojos, creyendo que tal atrocidad era causa de los Valar. La oscuridad la arrastró con fiereza por el largo pasillo, el mismo que había recorrido ella embelesada por su belleza. El cielo abruptamente adquirió un aire tenebroso, el respirar ya no era dulce a la garganta, sino ácido, entremezclado con las lágrimas que no conseguía derramar.

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱWhere stories live. Discover now