24 de diciembre, 2022

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24 de diciembre, día de celebración, día de navidad. Este año no ha sido un año de celebraciones para mí, ha sido un año donde lo he perdido todo, incluso la esperanza, no espero nada. No celebré mi cumpleaños, quise alejarme de mi familia y me fui a una cabina de internet todo el día a jugar; por suerte me acompañó un amigo. El día del cumpleaños de mi madre y mi padre no los felicité, tampoco durante el día de la madre y padre. No como un acto de resentimiento sino simple falta de motivación, nunca me sentí con menos ganas de celebrar algo en mi vida. No tengo nada por qué celebrar. Mi padre incluso creo que se resintió conmigo. Tampoco estuve cuando les cantaron el japi berdei. En un momento de debilidad, allá por la mitad de año, me puse a llorar en una discusión con mi madre y le dije que soy un fracasado, que ni siquiera me felicitaron por acabar la universidad. Para qué iba yo a asistir a una graduación. Qué iba yo a celebrar. Hace un par de semanas mi madre me dijo que iba a salir, que la habían invitado a asistir a la graduación de una de mis primas. No fue hasta ese momento que se acordó que no había felicitado a su hijo y estaba a punto de felicitar antes a su sobrina. Me pidió disculpas. Realmente ya no me importa. Hoy no voy a celebrar navidad tampoco, estaré en mi cuarto. Lo bueno es que no se ha reunido la familia y tampoco está mi padre. No tengo por qué estar presente. Me duele la cabeza. Extraño mucho a Valeria. Últimamente he estado durmiendo mucho, aproximadamente entre 16 y 18 horas diarias. En consecuencia e increíblemente, también he estado teniendo muchas pesadillas últimamente. Lo cual no me molesta demasiado porque mis pesadillas siempre son interesantes, aunque no he tenido ánimo de redactarlas. Evidentemente me estoy sedando a propósito para vivir lo menos posible. Parece que no estoy tolerando la soledad. Me he alejado de todos. Estoy muy triste. Y a ti no te importa.

Rondando 2Where stories live. Discover now