|El destino es el único, que sabrá que
sucederá y no le importaba las
consecuencias, tal vez solo un poco, esto
define a Grecia|
CANCELADA!!
CANCELADA!!
●Habrán temas de violencia, sangre y/o traumas e incluso pocas escenas sexuales
●Ningún perso...
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—Hola Profesor —Saludo Berlín —¿Estaba en una cita o qué? No contestaba
—¿Qué están haciendo? —Contestó el Profesor
—Desafortunadamente, Tokio quiere destituirme
—Debe tener una razón. Explícame.
—Bueno, ejecute a una rehén.
—...la embarazada, la mujer embarazada.
—Invento el embarazo, era mentira.
—¡No importa! Lo dije una y otra vez, —Decia el profesor con un tono desesperado —Aun así, una rehén
—Sin embargo, gracias a eso, ahora todo está saliendo perfecto.
—¿Qué?¿Perfecto?¿Dijiste perfecto? —Espetó incrédulo el Profesor
—Es cierto, puede que la policía ahora sepa la identidad de uno de nosotros. Supongo que no es perfecto ¿No?
—¿Qué? —Dijo Tokio y volteó a ver a Rio rápidamente
—No, es solo una posibilidad —Rio trató de tranquilizarla —El Profesor lo estaba investigando
—¿Cómo le fue con eso? —Pregunto Berlín
—La policía identificó a Rio, Dustin y Nairobi
La respiración de Grecia empezó a ser acelerada por la noticia y Tokio dio un grito de frustración.
—¿Es cierto? —Preguntó Rio con un tono tembloroso
—Reconocieron a Rio por el reloj, pero ratsrearon nuestra visita a la Casa de la Moneda. Identificaron a Nairobi y Dustin, que lo acompañaban ese día.
Grecia se agarro el cabello con frustración a la vez que; no le importaba que, dejaba de apuntar a Denver.
—Esto no habría pasado si las cosas se hubieran hecho a mi manera. Los rehenes hacen locuras porque fuimos buenos; es lo que quise evitar
—Berlín
—Lamento haber roto las reglas a sus espaldas, pero miren el resultado, alguien debía ensuciarse las manos para que el plan fuera un éxito
Tokio apunto de nuevo a Berlin con su arma y exclamó:—¡Tus manos siempre estuvieron sucias!
—Basta de este drama —Sentenció Denver
—Oigan, —Llamo la atencion de todos Berlín —Nairobi, Rio. ¿Aún creen que me equivoco? Ahora deben haber cambiado de opinión.
—Si lo pensamos bien, —Comentó Nairobi —Es cierto que los rehenes no harán estupideces por miedo a Berlín —Apuntó ahora hacia Tokio
—Nairobi
—Así son las cosas ahora, sigue la corriente
—¿Qué carajo? —Comentó frustado Denver —Oye, Rio, —Llamó Dnever hacia él, al ver que este no reaccionaba —Reacciona. No te dejes asustar, conocen tu cara ¿Y qué?