1. ¿UN GIGOLÓ?

703 35 6
                                    


Todo empezó con una llamada, una simple llamada de mi madre. Era a finales de noviembre, sería un día 20, 0 21, no sé, según mi madre, solo faltaba un mes para Navidad aproximadamente y recuerdo que me dijo:

— Tu amiga Rosa se va a casar

— ¿Qué?

— Te ha enviado una invitación de boda aquí, dice que se casa el día 26 de diciembre.

Me quedé sorprendida, tratando de procesar la noticia. Y es que Rosa y yo éramos las últimas que quedábamos solteras del grupo de amigas que éramos. Bueno, ahora yo sería la única.

— ¿Vendrás con tu novio, no? Os venís a pasar la navidad aquí, vais a la boda y así lo conocemos — dejó ir mi madre.

— ¿Qué? ¡Mamá! — Traté de recriminarla.

— ¡Hija, pero si ya lleváis unos seis meses juntos, ¿no?

— Si, mamá pero no sé. Igual él prefiere celebrarlo con su familia — repuse.

— Venga hija, que te vean tus amigas con ese chico tan guapo que según tú tienes por novio.

Me maldije a mí misma, preguntándome por qué había sido tan idiota, porque le había dicho a mi madre esa mentira de que tenía novio. Una mentira que llamada a llamada y día a día había crecido de tal manera que ahora ya no podía echarme atrás.

— Bueno, mamá, yo... No sé, se lo consultaré a Marco, igual no puede.

— Pues haz que pueda — me dijo mi madre — Porque quiero verte aquí el día 25 con él sentando en la mesa con toda la familia. ¿Vale?

— Vale. Haré lo que pueda — le respondí, pensando de donde iba yo a sacar un novio a esas alturas, que fuera italiano, guapo y se llamara Marco.

En menudo lío me había metido y qué idiota había sido al mentirle a mi madre de aquella manera.

—¿De dónde saco yo ahora un novio? — les pregunté a mis amigas que me miraron con cara de no saber qué decirme.

La cosas no estaba fácil. Primero porque no tenía novio, segundo porque ni siquiera sabia donde podría encontrar un chico italiano que quisiera viajar conmigo a España para Navidad para conocer a mis padres. Y eso que estando en Italia, no podía decir que fuera difícil encontrar a un chico italiano. Lo difícil, más bien, sería que quisiera venir conmigo a España para pasar las navidades con mi familia.

— ¿Y si contratas a alguien? — me propuso Chiara, mi mejor amiga y compañera de piso.

— ¿Contratar a alguien, cómo? — pregunté sin entender a qué se refería.

— No sé, que busques un chico y le pagues por pasar esos días contigo. Quizás un gigoló, o un chico de compañía, ¿no? — me aclaró.

— ¿Tú estás loca? ¿Cómo va a pagar un gigoló para que se haga pasar por su novio? — dijo Fiorella.


Chiara y Fiorella eran mis amigas casi desde que llegué a Italia. Las conocí al segundo día de estar aquí, en el museo, donde ahora trabajo como guía turístico para españoles. Chiara era guía como yo, y Fiorella vigilante de sala.

— Pues no me parece tan mala idea — dije yo.

Ambas y sobre todo Fiorella, me miró como si realmente estuviera loca.

— A ver, buscamos uno que sea guapo, inteligente, culto, y le pago por los días que vamos a estar juntos, le pago el viaje, y todos los gastos que tengamos allí, además de los honorarios y diseño un guion sobre lo que tenemos que hacer y decir para que mis padres se lo crean — le expliqué.

UN NOVIO PARA NAVIDADTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon