21 de junio

Despegaron hacia Roma a primera hora de la mañana; Louis siempre odió que Harry fuera todo un madrugador.

Por lo menos agradecía que la revista tuviera su propio avión privado, era mucho más cómodo viajar así.

Al subir al avión, notó el asiento vacío al costado del omega. No pensó ni por un segundo en sentarse junto a él, sin embargo, al pasar a su lado no pudo evitar notar el aroma dulce que lo rodeaba.

Negó con la cabeza para concentrarse y pasó de largo hasta llegar donde estaba Zayn.

—Amigo, alégrate un poco, vamos a Roma. Esa ciudad es una maldita mina de cultura, estoy seguro de que podremos visitar muchos lugares increíbles.

El alfa suspiró y se acomodó en su asiento, obedeciendo a la azafata que les pidió abrochar sus cinturones para el despegue.

—Lo siento, Zee. Tener que estar cerca de Harry me está molestando.

—Lou, le estás dando demasiada importancia. Quizás no es un jefe especialmente amable, pero solo hace su trabajo.

Louis rodó los ojos y cruzó los brazos —No entiendes, tenemos toda esta historia en la que ambos nos lastimamos y no lo sé, siento que la estoy reviviendo cada vez que lo veo o estoy con él.

El omega hizo una pequeña mueca —Soy tu amigo, sabes que jamás te diré lo que quieres escuchar, te diré lo que necesitas saber.

—De acuerdo, te escucho.

—Maduren de una vez los dos, joder —exclamó con voz firme, sin embargo, decidió aclararse ante la expresión de confusión en la cara de su amigo —. Louis, ya pasaron diez años, ya no están en la escuela como para hacer este tipo de cosas. Él se la pasa dejándote trabajo extra solo porque está enojado y tú intentas sabotear sus ideas aunque sabes que tiene razón, solo porque quieres llevarle la contraria. Maduren de una maldita vez y dejen sus problemas personales apartados del trabajo o terminarán jodiéndose mutuamente, pero... es lo que buscan, ¿o me equivoco?

El alfa desvió la mirada mientras su lobo se removía con impaciencia  —Por más que deteste admitirlo, tienes razón. Maldita sea, tengo treinta y me comporto como un cachorro de dieciséis.

—Quizás peor.

—Joder, es que últimamente me ha estado volviendo loco. Desde que dejo de usar los inhibidores de olor siento que su aroma me persigue todo el tiempo.

Zayn parpadeó un par de veces antes de mirarlo con confusión —¿De qué hablas? Harry no ha mostrado su olor desde que llegó a la empresa. Incluso la mayoría de empleados creen que es beta.

—¿Qué? No es verdad, él dejó de usarlos. Zee, has estado en su oficina, ¿realmente no lo habías notado antes?

—El olfato de los omegas es mucho mejor que el de los alfas. Créeme, si Harry hubiera dejado de usar los inhibidores, lo habría notado.

Louis miró arriba, agradecido de que la señal que obligaba a mantener los cinturones abrochados, finalmente estaba apagada —Creo que voy a mojarme un poco la cara. Quizás la altura me está confundiendo.

—¿Está todo en orden, Lou?

—Sí, sí, no te preocupes. Solo iré al baño un momento.

Rápidamente se alejó de su amigo. No tenía ningún sentido; Harry tenía que haber dejado los inhibidores, porque si no era así, no existía ninguna otra explicación que lo ayudara a comprender porque él sí podía olerlo.

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