—Ahora son mejores, coño e' tu pepa porque traje curda.

Yeferson rió cuando su mamá le dió un leve empujón y se dirigió a su mujer para decirle:

—¿Viste que sí era el niño Jesús? Por lo menos el mío.

—Miguel David está afuera peleando con la camioneta, se le atascó algo ahí que no entendí —avisó Jhoana, buscando un sacacorchos en la alacena.

—Nojoda, ese tipo esta más empavao' con los carros. Que se compre una motico, yo tengo a la mami desde hace como doce años y antes de eso llevaba rato rodando y llevando roncha.

—Pero hombre, tú le has metido tanto repuesto a esa moto que prácticamente ya es otra —argumentó su padrastro y suegro cruzando la puerta.

—Hay que consentirla —excusó Yeferson.

—Pa' esa vaina te compras una nueva y ya, tienes una renta con la gastadera de plata que le metes a cada rato en reparaciones —dijo Jhoana.

—Mamá —Yeferson se levantó y la señaló con seriedad—. Que sea la primera y la última vez que sugieres que deseche a la mami. Con esa moto yo me quedo hasta que me muera y se la deje a Petare pa' que aprenda a pistear.

—Y que sea la última vez que hables como si le fuéramos a poner «Petare» a nuestro hijo —se quejó Débora, rodando los ojos—. Suficiente tenemos con Catia.

Yeferson ignoró a Débora y se metió a la habitación que ambos compartían para buscar el regalo de niño Jesús de su hija ya que faltaban pocos minutos para que el reloj marcara las doce.

—Mira Maricarmen, ¿Y qué le compraste por fin? —preguntó al llegar a la sala con la cara mediana envuelta entre las manos.

Había pasado un par de días desde que le dejó su tarjeta de débito a su mamá para que fuera a la juguetería en busca de un niño Jesús para la niña, ya que él no tendría bonitos gustos para la selección, seguramente compraría una muñeca Barbie al azar y quería evitar eso, y Débora tampoco podía por tener cita ginecológica.

—Más tarde ves —fue lo que contestó su mamá—. Mira, necesito que vayas al centro a comprar un sacacorchos porque no consigo el de aquí.

—Deja la ladilla, dile al marido tuyo.

Se ganó una mirada de reproche de Débora por sacar a relucir sus términos criollos.

—Al final se averió la camioneta, al amanecer llamaré una grúa —dijo Miguel David.

—Entonces pide un taxi y anda a comprarlo.

—Yeferson, no vamos a tener un taxi teniendo la disponibilidad de una moto —Jhoana se cruzó de brazos, tal y como lo hacía cuando le mostraba la boleta del liceo cada lapso.

—Coño mamá, ¿Ir en moto a esta hora, con este frío y nevando? Estás equivocada Maricarmen, más fácil es cargar a un gordo enjabonao'.

Jhoana apretó los labios, entonces él intentó buscar apoyo en Débora, pero ella también estaba de brazos cruzados.

—Está haciendo burda de frío oyó —dijo y en seguida fue a buscar las llaves de la  mami.

A los pocos minutos llegó, con el cabello y los hombros cubiertos de copos de nieve y rodando la moto para meterla a la casa.

—¿Y el sacacorchos? —preguntó Jhoana, sacándole las aceitunas a una hallaca.

—¿Cuál sacacorchos? Yo fui a buscar a la mami pa' guardarla, allá afuera le va a dar un soponcio con ese clima —esquivó la aceituna que Jhoana le lanzó por inepto—. ¿Dónde está la mujer mía? —preguntó al no encontrarla en la mesa tomándose el jugo de arándanos que le hacía comprar casi todos los días porque "al bebé le gusta".

Bajo la misma arepaWhere stories live. Discover now