epilogue

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Diez había muerto.

Esa noche, cuando regresé a mi habitación, escuché a Laia entrar a su cuarto y lloriquear sonoramente mientras balbuceaba cosas que me costó entender.

«Murió» fue lo único que logré oír.

Lloré mucho esa noche, sintiéndome miserable.

Apenas en la puesta de sol el enfermero que ayudaba a Laia, Rodrigo, irrumpió cuidadosamente en mi habitación.

—Lo siento mucho, Iván... Tomás falleció esta madrugada.

Su mirada lastimera me hizo volver a llorar con desesperación, apretando mi pecho y gritando, exasperado. Rodrigo se vió obligado a anestesiarme para que me calmara.

El resto de la semana estuve solo en mi cuarto, pensando en todo y en nada a la vez.

En lo que fue diez, en el impacto que tuvo en mi vida y en cómo se fue tan descaradamente de ella, llevándose consigo una parte de mí.

Estaba seguro de que lo amé, y aunque él me amó a mí, nunca pudimos estar juntos.

Mi enfermedad empeoró y finalmente ya tengo una fecha de muerte.

Me alivia el pensar que pronto podré reunirme con diez en el más allá.

Y cuando esté allí, esta linda historia saldrá a la luz.

Para que se den cuenta de que no todas las historias de amor tienen finales perfectos.

diez.Kde žijí příběhy. Začni objevovat