eleven

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Me escabullí para poder entrar a la habitación de diez.

El número con el que lo llamaba estaba arriba de su puerta, abrí ésta con suma delicadeza y la cerré tras de mí, tomando asiento en la silla que estaba a su costado.

Observé su rostro demacrado y su cuerpo extremadamente delgado, podía jurar que mis ojos brillaban de tristeza, y los de él se abrieron para brillar de dolor.

La palidez de su piel relucía con la luz de la luna, dándole un aspecto... Horroroso.

Me dolió verlo así.

—Once...— susurró.

—Iván... Soy Iván.

—Soy- soy Tomás— sonrió un poco— lindo nombre.

—El tuyo es aún más hermoso... Pero me gusta llamarte diez.

Acaricié su mejilla con mi mano derecha y mientras la distancia se reducía nuestras miradas se conectaban como dos rompecabezas. El color de sus ojos era hermoso, a pesar de ser bastante usual.

Quizá lo veía así porque estaba enamorado de él.

Cerré mis párpados y sentí el roce de sus labios con los míos. Un toque cálido y débil que me hizo sonreír... De tristeza.

Sentía su respiración pesada contra mis belfos, volví a besarle con delicadeza y me separé para sentarme de nuevo.

—Te amo, diez.

—Te amo, once.

Sonreí, y sus labios se curvearon en una mueca que se supone que sería una sonrisa.

diez.Where stories live. Discover now