02. Alabada sea Jenni Rivera

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-¿Me explicas una vez más por qué tenemos que estar aquí, con este frío, en la maldita calle?

Vegetta le estaba implorando a Dios, de rodillas, que le diera paciencia.

Soportar a Luzu era algo a lo que ya estaba acostumbrado, y había obtenido una paciencia sorprendente, pero aveces, el pelinegro lograba sacarlo de sus casillas.

"Aveces" se puede reducir a una vez cada milenio, pues sacar a Vegetta de sus casillas no era nada fácil.

Ni siquiera para el humano más rompe bolas, orgulloso y cara de culo que existía en ese mundo era algo fácil, pero sabía que lo que más debía evitar en su vida era hacer enojar al de orbes lilas.

Vegetta soltó un suspiro, su aliento se volvió vaho en el aire. El frío era insoportable a esas horas de la mañana, pero su abrigo mil veces más grandes que el era una gran ayuda.

-Porque tenemos una reunión, Luzu — respondió. La cara de frustración del pelinegro no cambió en lo absoluto con aquella respuesta — ni siquiera sabes con quién es, deberías intentar ser más positivo...

-¿Desde cuándo me interesan estas reuniones? ¡Verdaderamente lo último que me importa es con quién coño es esta...!

-¿Seguro? — Vegetta lo interrumpió de repente — ¿Ni siquiera Rubius y su mascota, Quackity?

Luzu se quedó callado al escuchar eso.

Debía decir que siempre había odiado la forma en la que la mayoría de los managers se referían a sus clientes, ser mascota de alguien debía ser feo, pero nunca nadie había dicho nada en contra de aquel apodo.

Pero, en ese momento no estaban para hablar de lo inmoral que era eso.

Se aclaró la garganta y habló.

-Ninguno de los dos despierta mi interés — respondió.

-Mhm, si tú lo dices — Vegetta se encogió de hombros — Oh, mira, creo que son esos, ¡Hey!

Vegetta levantó sus brazos llamando la atención de los que, efectivamente, eran Rubius y Quackity.

Inevitablemente, la mirada rubí de Luzu fue hacia Quackity, su cabello negro estaba despeinado, su abrigo era gigante, pero cumplía su función al darle calor, su sonrisa...

Un carmín llenó las mejillas del pelinegro, pero al notar aquello, Luzu puso una mueca y se cruzó de brazos.

Ambos llegaron al lado de ellos, Rubius fue el primero en hablar, quien saludó a Vegetta con un apretón de manos.

Luzu no podía explicar la razón sobre por qué no podía alejar la mirada del pelinegro frente a el, pero se vió obligado a reaccionar cuando Vegetta le pegó un codazo en el brazo.

Sus ojos fueron inmediatamente hacia el frente, encontrándose con Rubius extendiendo su mano hacia el.

Sin muchos ánimos, sacó su mano de los bolsillos de sus pantalones y aceptó el agarre. La mano de Rubius era rasposa, con cayos, siempre había odiado ese aspecto de los hombres, apesar de que sus manos eran algo parecidas a las de Rubius.

Una vez más, su mirada fue a Quackity.

El pelinegro extendió su mano hacia Luz y sonrió.

Luzu fue más rápido esta vez y aceptó la mano de Quackity, intentando disimular el gusto que le daba tomar su mano en ese momento, aunque ni siquiera el pudiera entender bien la razón de aquello.

A diferencia de la mano de Rubius, la mano de Quackity era suave, su piel era cómo la seda, y por un momento sintió que sus manos encajaban a la perfección.

En La Pista De Hielo Where stories live. Discover now