Capítulo cinco: Visita real.

Comenzar desde el principio
                                    

Dios, me está mirando tan serio que no puedo negarme, trato, pero frunce aún más las cejas, me va a matar con la mirada, ya no, ya no puedo callarme, ¡Qué se joda Arthur!

—Él... Me dejó muy en claro que no le intereso, e incluso ya sabe de mi obsesión con él— miro al suelo, no le diré todo lo que hizo.

—¿Cómo fué eso?— queda en shock.

—¿Por qué no me dices tú qué pasa con Iván?— impido que siga preguntando— Y además, ¿Por qué no fuiste a clase hoy?

Su rostro se pone serio, parece que recuerda algo... Sospechoso.

—¿De qué hablas?— dice tapándose con la sábana.

—Dime— guardo mi teléfono en mi bolsillo —Iván me dijo que eras un asqueroso y que no quería verte— miento.

—¿Eso dijo?— ríe cínico aún bajo la sábana —¿No te dijo dónde estaba ayer en la noche?

Díganme qué no es lo que estoy pensando.

—Sí, me dijo que estaba con otra chica, que una chica vino a visitarlo— mentí nuevamente.

—¿A sí?— se quitó la sábana para mirarme, notablemente enojado —Maldito imbécil.

—¿Qué? ¿No es verdad?— pregunto haciéndome el tonto.

—Anoche— se sienta en la cama para verme, sus ojos grises están dilatados —Vino aquí y me chupó el pene para luego decirme que me odia y se fué.

QUE.

QUE QUE QUE QUE QUE QUE.

POR LA VIRGEN DE LA SANTA INMACULADA.

LAS CHANCLAS DE JESUS DE NAZARENO.

Creo que me quedé en shock, no, más que eso, me dió algo, me morí y volví a renacer y lamentablemente era un latino, así que volví a matarme y ya luego fuí yo.

—¡Que estás diciendo!— le gritó levantándome de golpe.

—Lo que estás escuchando— levanta las cejas como asintiendo.

—No te creo— le digo sentándome a su lado.

—Te contaré algo— ríe dejando su laptop para verme como si fuéramos dos tías chismosas —Cuando se besó con esa cualquiera en la fiesta, y al otro día me enojé con él, me dijo algo en la reunión con el director...

—Ví que estaba hablándote al oído— abrí los ojos a todo dar, esto si que es un chisme bueno.

—Lo que me dijo fue qué... — ríe.

—¡Ya dime hijo de puta!— le grito.

—Me dijo que iba a dejar que le hiciera una paja, me dijo que estaría en la biblioteca a una hora, pero cuando fui no estaba, creí que se había arrepentido, o que simplemente me mintió, porque él jamás me dijo algo como eso antes. Así que simplemente me fui a mi habitación, pero luego volvió en la madrugada un poco ebrio y ya sabes...

—Oh dios mío— me palmeo el pecho —¿Por qué todos tuvieron sexo anoche excepto yo?

—¿Todos?— frunce el seño, claro que no le diré lo de Victorio y Zach.

Un Príncipe De Cuento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora