Capítulo 127

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YOONGI


Un fuerte dolor de cabeza provoca que me lleve la mano lentamente hacia mi frente. Está oscuro, apenas escucho algo. ¿Dónde mierda estoy? ¿Qué ha pasado?

Intento hacer memoria a pesar de la horrible sensación que mi jodido cerebro va a explotar. Había asesinado a una mujer en un ataque de rabia, había salido rápidamente del hotel, ¿y luego? ¿Policías? No... policías no, unos hombres se acercaron, eran casi cinco, no pude siquiera reaccionar, le sujetaron, sentí un fuerte golpe en el rostro y después algo húmedo en mi rostro.

Me aprieto la nariz sintiendo un dolor agudo que me hace soltarla, gruñendo bajo. Me levanto de donde quiera que estoy y tanteando a oscuras, me voy arrastrando hasta tocar una pared fría. Voy avanzando sin dejar de acariciarla un poco hasta sentir una puerta, bajo mi mano buscando la perilla y para mi jodida mala suerte, está cerrada.

—Puta mierda —gruño empezando a meter más fuerza, dando una patada brusca.

Mis ojos no se acostumbran a la poca luz, no puedo ver casi nada, tampoco escuchar algo que no sea mi respiración o mis propios pasos. Vuelvo a tocar la puerta, pegando mi oreja a esta, pero solo hay un mortal silencio del otro lado. Vuelvo a patear, patear una y otra vez hasta que escucho un fuerte golpe que me responde del otro lado.

—¡Deja de golpear la puerta, imbécil! —gritan del otro lado—. ¡Guarda silencio de una buena vez!

¿Acaban de callarme?

—¡Abre la maldita puerta! —Grito con la misma fuerza, azotando ambas palmas contra esta. Relamo rápidamente mis labios resecos y vuelvo a dar un golpe—. ¡Ábreme, mierda! 

Otra vez silencio. Intento mantener la calma, dando vueltas en el espacio en donde estoy, pero nada llega a mí. No entiendo nada, no recuerdo nada, siquiera sé dónde mierda estoy, Jimin... Jimin. Mis ojos se amplían un poco y siento mi sangre hervir en mis venas al recordar qué ha pasado con él. Llevo mis manos a mis bolsillos al instante para buscar el teléfono, pero no hay nada, siquiera los billetes que traía. Me mantengo en silencio, pero no... no pueden hacerme esto a mí. No pueden tenerme como un jodido león enjaulado. 

—¡Abran la maldita puerta! —Vuelvo a gritar con más fuerza que antes y cuando estoy dispuesto a dar otra patada, la puerta se abre. La furia me llena, pero esta parece disminuir cuando lo que aparece del otro lado es Namjoon.

—¿Ya feliz? —habla de mala gana y me sostiene del brazo para jalarme fuera. Me zafo al instante y alzo mi puño dispuesto a darle una golpiza, pero una mano firme me sujeta deteniendo mi movimiento. Volteo observando a su guardaespaldas sujetándome, sin decir nada, pero amenazando en silencio con la mirada—. Cometiste la estupidez más grande en tu vida, ¿sabes?

—Vivo de cometer estupideces, que no te sorprenda —Me zafo del agarre ajeno bruscamente y vuelvo a verlo—. ¿Cómo mierda me encontraron?

—Agradécele al teléfono de tu novio —Es lo único que dice con voz helada—. Ven, tenemos que hablar.

Empieza a avanzar por el extenso pasillo beige que se abre ante nosotros, empiezo a seguirlo en silencio observando mi cuerpo, mis brazos llenos de moretones y las piernas que me arden al caminar. Acaricio mi rostro, metiendo ligera presión en algunos puntos que duelen y es ahí donde empiezo a pensar que me han dado una golpiza de puta madre. Acaricio mi labio inferior riendo seco para mí mismo, solo siguiendo a mi hermano hasta una sala un poco sucia, ahí hay otras seis personas que me observan de mala gana.

—Siéntate —Apunta Namjoon con su barbilla un sofá frente a él, yo me dejo caer pesadamente viéndolo en silencio. Mi furia se encuentra latente, pero antes de reaccionar necesito un par de respuestas—. No sé si ya sabrás, imagino que sí, papá tiene a Jimin. 

—Sí —contesto con sequedad cruzando mis brazos, manteniendo mis piernas abiertas y observándolo depredador. A decir verdad, únicamente puedo imaginar su cabeza abierta en uno de estos sillones polvorientos derramando sangre hasta drenarse.

—No está feliz contigo, ni él ni Seokjin —Su voz suena más fría al mencionar al último, únicamente suelto una risa amarga—. Deja de tomarte esto como una broma, Yoongi. Papá le ha autorizado a Seokjin que haga lo que quiera contigo, podría matarte.

—Que lo haga... —contesto con simpleza, inclinándome hacia la mesa cafetera frente a mi, cogiendo el paquete de cigarros. Saco uno sin el permiso de nadie y lo llevo a mi boca, agarrando ahora el encendedor, encendiéndolo y dando una gran calada—. A decir verdad, no tengo nada por luchar ahora mismo. He perdido, ¿entiendes? —expulso el humo sin esfumar mi sonrisa, aunque por dentro esté hecho una maldita mierda—. A estas alturas ya no me interesa; quería alejar a Jimin de una sola persona y ahora está con ella.

—Todo hubiese sido más simple si en lugar de secuestrar a Jimin y a los otros tres, lo hubieras secuestrado y lo hubieses traído acá —Acomoda sus lentes viéndome severo—. Pero no. Tenías que hacer tu desastre, matar a las personas, dejar en un terrible estado a otras y hacer lo que se te vino en gana valiéndote un carajo lo demás.

—Soy un Min, ¿qué te digo?

Namjoon sencillamente suelta un suspiro rendido, yo simplemente le doy otra calada al humo y espero a que siga. En estos momentos me siento extraño, como si no tuviese absolutamente ganas de nada, lo cual es jodido, porque la última vez que me sentía así fue cuando Jimin y Taehyung huyeron la primera vez a Nueva York y me tocó estar un par de años solo entrenando a Jungkook. Qué tiempos.

—¿Vas a entregarme a tu hermano mayor en bandeja de oro? ¿Va a torturarme? —pregunto jugueteando un poco con el cigarro en mis dedos, Namjoon sencillamente niega—. ¿No?

—No sé qué vaya a hacer, pero por tu bien, no te conviene enfrentarlo. No me cabe duda que ambos son igual de buenos, pero ya sabes... en este territorio estás en total desventaja. Morirías antes de intentar algo, lo cual sería triste y casi humillante acabar con tu vida de esa forma.

—Quizá tengas razón —comento sin mucho interés, expulsando el humo con lentitud—. ¿Por eso me tenían encerrado como un jodido animal?

—Eres un jodido animal y teniéndote encerrado parece ser la única forma de hacer que te portes bien —Namjoon saca su teléfono sin prestar mucha atención a mi mirada letal y quijada apretada—. Como sea... Seokjin viene para acá y te dejaré con él. Yo no quiero involucrarme en sus jodidos problemas. 

—Sería divertido que te quedaras y vieras nuestro enfrentamiento en primera fila —Alzo ambas cejas volviendo a llevar el cigarro a mi boca, pero Namjoon me pasa de largo y sencillamente se levanta avanzando hacia los hombres. 

—Manténganlo vigilado, si intenta cualquier cosa, usen los sedantes —Es lo único que responde con tranquilidad y vuelve a verme—. Pórtate bien en lo que llega Seokjin, Yoongi. 

—Me portaré muy bien, como siempre —Le dedico una sonrisa sarcástica y él solo rueda los ojos y sale por una puerta gracias a su tarjeta. Me quedo en aquella sala con la mirada de aquellos hombres muy fija sobre mí. No les presto demasiada atención, sencillamente me recuesto en el sofá viendo hacia arriba, cigarro en boca—. Por cierto... —comento después de unos segundos, expulsando el humo—. No sé quién fue el hijo de puta o los hijos de puta que me molieron a golpes inconsciente, pero sería divertido que nos enfrentáramos cara a cara si salgo vivo después de ver a mi hermano. 

Hay un silencio de su parte, así que vuelvo a reír seco, dedicándome a fumar y a pensar a nada. La amargura en mi boca es tan difícil de tragar, que solo deseo vomitar todo. Mis impulsos a flor de piel, pero mi control batallando y empujando fuerte para mantener un poco de racionalidad. Al final, era mejor dejarlo salir todo hasta dentro de un rato. 

Los impulsos nos vuelven débiles, algunas personas también, y más los impulsos que nos provocan ciertas personas.















INNOCENT - yoonmin  [Libro 3]Where stories live. Discover now