Capítulo 17

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Saber lo que es correcto y no hacerlo es la peor cobardía.

Confucio

JANE


—Y a mí me parece que esconde algo. —acusé dando un paso al frente.

La muñeca de Aleksis envolvió la mía suavemente y tirándome hacia atrás, teletransportándome de nuevo a aquella noche cuando lo vi asesinar a sangre fría a un ladrón sin tocarlo, aparté rápidamente el recuerdo de mi cabeza.

—No sabes dónde te estás metiendo,Arlet.—avanzó un paso hacia mí —. Dame el frasco y olvidaré que estás cometido un delito.

Será hijo de puta.

Al no obtener respuesta por mi parte, trató de abalanzarse sobre mí, pero no pudo porque delante mi se alzó Aleksis, quién lo empujó por el pecho haciéndole retroceder varios pasos.

—Ni se te ocurra ponerle una mano encima. —su tono era frío e inexpresivo, al igual que su rostro.

Perfecto, la paciencia de Aleksis se acababa de ir a la mierda.

El profesor avanzó rápidamente alzando el puño, pero Aleksis con su antebrazo bloqueó el ataque, contrarrestándole un puñetazo en la mandíbula haciéndolo caer al suelo. Al levantarse, se abalanzó sobre Aleksis rodeándole las rodillas con los brazos y empujándolo con fuerza hasta estamparlo contra la pizarra.Aleksis soltó un gruñido cayendo al suelo. Miré a mi alrededor para encontrar algo con lo que defenderme, pero no me dio tiempo porque en un abrir y cerrar de ojos el profesor me propinó una veloz bofetada con tal impulso que terminó tirándome al suelo.

Se tiró sobre mi aprisionándome las muñecas tirándome al suelo.

Estaba a horcajadas sobre mi, sujetándome por las muñecas.

—¡Dame el puñetero frasco,Arlet!—sus ojos eran los de un auténtico maniático.

Me retorcí bajo su agarre forcejeando, pero no conseguí nada, ya que con su cuerpo inmovilizaba el mío.

—¡Suéltame, maldito viejo! —le espeté en la cara a centímetros de la mía antes de estampar con fuerza mi cabeza contra la suya.

El repentino cabezazo lo desequilibró, haciendo que echase la cabeza hacia atrás y cubriéndose la nariz con ambas manos.

—¡Estúpida niñata! —se quejó— ¡Voy a desfigurarte!

Aleksis lo tomó por los hombros para arrojarlo contra el suelo lejos de mí.

—¡Te avisé de que no la tocaras! —la voz de Aleksis se escuchó lejana y acompañada del sonido de un puñetazo, y otro, y otro nuevamente.



Me puse en pie y apenas lo hice vi como el hombre agarraba una silla para estamparla contra Aleksis, haciéndolo caer hacia atrás. Me alejé buscando algo que arrojar, pero sus pasos me avisaron de su puño en dirección a mi cara. Lo esquivé agachándome y contraataqué con un barrido que lo tiró al suelo. Aleksis y yo tratamos de salir del aula, pero la puerta no cedía.

Puto viejo, la había cerrado con llave.

Un golpe metálico me hizo mirar hacia atrás. El profesor le había enterrado a Aleksis un tubo de metal en la cabeza, haciéndolo perder el equilibrio y chocarse contra la pared.Quise acercarme a ayudarlo a ponerse en pie, pero el profesor trató de hacer lo mismo conmigo. Aunque el tubo se acercase rápidamente, logré agarrarlo con ambas manos y tratar de arrebatárselo.

No cedía así que apliqué la fuerza inversa.

El esfuerzo que estaba haciendo por quitarle el tubo metálico lo cambié por el de hacerlo retroceder llevando el tubo en su dirección. Retrocedió varios pasos hasta chocar con varias mesas y caer al suelo. Aproveché para agacharme junto a Aleksis y tratar de ponerlo en pie.

—¡Aleksis!—lo sujeté por los hombros.

Mierda,le sangraba la parte de atrás de la cabeza.

—¡No tenéis escapatoria,idiotas!—sacó una jeringuilla de uno de los bolsillos interiores de su bata.

Tenía la mano más alzada,pretendía enterrarle esa jeringuilla a Aleksis y no lo iba a permitir.

—¡Ni lo intentes! —tomé sus muñecas con mis ambas manos,ejerciendo fuerza para que no se me tirase encima.

Aleksis estando casi en el suelo se debió de haber levantado y movido rápido porqué en algún momento,el profesor cayó de bruces, arrojando la jeringuilla y haciéndola rodar por el suelo.El ruso aprisionó las muñecas del profesor contra el suelo reteniéndolo. El azul de sus ojos se clavó en el marrón de los míos,sabía lo que tenía que hacer. Miré el bolsillo de la bata,estaba abultado,por lo que las llaves estarían ahí. Mientras Aleksis seguía sujetándolo contra el suelo con fuerza,me acerqué,saqué las llaves de su bolsillo y corrí hacia la puerta.

Escuché los cerrojos moviéndose, abriendo la puerta. Aleksis se levantó.

—¡NO OS IRÉIS, NIÑATOS! —gritó el profesor corriendo hacia Aleksis.

El ruso se giró hacia él al escuchar la voz a sus espaldas.

—Casi se me olvida despedirme. —el sonido del puñetazo de Aleksis retumbó en la sala.

El profesor cayó contra una de las mesas,tosiendo y escupiendo sangre.Salimos corriendo hasta llegar a las escaleras,las cuales bajamos rápido. En el pasillo retumban los pasos del profesor persiguiéndonos.

Por dios, ¡que hombre tan persistente!

Alcanzamos la puerta trasera por dónde habíamos entrado. En la carrera saqué rápidamente las llaves del coche. Aleksis abrió primero mi puerta y rápidamente dio la vuelta al coche para abrir la suya. Puse en marcha el motor,Aleksis cerró la puerta con un portazo y arranqué subiendo la velocidad. Nuestras respiraciones estaban alteradas y nuestros pechos subían y bajaban.

—Por poco. —miré a Aleksis—. ¿Tienes el frasco?

Se removió en su asiento buscando en los bolsillos hasta sacarlo y mostrármelo.

—Perfecto,vamos a casa. —suspiré.

Las luces de la carretera nocturna me hicieron pensar en lo ocurrido. Benjamín definitivamente era un brujo,pero no entendía muchos puntos.

¿Qué hacía allí a esas horas?

¿Por qué no usó su magia?

¿Por qué se enfrentó a los dos cuerpos a cuerpo?

¿Qué mierda llevaba esa jeringuilla?

Las preguntas quedaron suspendidas en mi mente.

Había muchas cosas que no encajaban. En los archivos decía que el profesor de Química Avanzada había firmado el contrato el trece de octubre, casualmente el mismo día que la profesora Keller faltó, pero no había sido hasta semana y media después que no se incorporó. Había algo ahí que no cuadraba y apestaba.

Un momento.



Trece de octubre.

Estábamos a veinticuatro de noviembre.

Había encontrado a Aleksis hacía casi dos meses.

El miedo ante la sospecha que entablaba mi mente me recorrió todo el cuerpo en forma de un escalofrío. Ya no distinguía si se trataba de deducción o paranoia, pero las fechas parecían coincidir.El profesor de Química Avanzada había firmado el contrato en las mismas fechas que el encapuchado me atacó en mi casa. Todo eso me llevaba a preguntarme una sola cosa.

¿Quién era Benjamín Miller en realidad?

Luz Oscura ✔️ (#1 Luces y Sombras) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now