Lee Minho, un hombre impulsivo, obsesivo y agresivo, aunque en el fondo sea amoroso, tierno y dulce, la maldad se ha apoderado de su gran corazón, convirtiéndolo en un corazón frío, duro y negro.
Lee Minho, el esposo perfecto, hermoso, fiel amable...
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Antes de haber caído al piso, su tacto le tocaba la piel, como pudo se zafo de su agarre y subió corriendo a su habitación mientras Minho lo miraba con tristeza, las lágrimas querían salir, no aguantaba este dolor, ¿Como estuvo ciega tanto tiempo?
—¿Amor qué te ocurre? —pregunto con voz dulce mientras se acercaba a él, pero Seungmin retrocedió.
—Nada —dijo con un hilo de voz —¿Acaso debiera ocurrirme algo? —preguntó y él lo miro confundido.
—No lo sé, dímelo tú.
—Tal vez la respuesta a esa pregunta la sepas mejor tu qué yo —Habló con enojo y nostalgia, una mezcla qué lo estaba matando por dentro.
—Amor ¿De qué hablas?
—¡No me llames así! —dijo en un tono fuerte —¿Como te atreves a hacerlo Minho?
Minho lo miró con el ceño fruncido, al parecer no le había gustado mucho que le gritara, pero a Seungmin no le importaba, en esos momentos nada le importaba.
—No me vuelvas a gritar, Seungmin —dijo Minho con tono suave pero amenazante. —Haré lo que quiera, ya lo haces tu ¿No?
—Seungmin, tranquilo.
—¿Desde cuándo? ¡¿Desde cuándo me ves la cara de idiota?! —preguntó en un tono duro, pero con el corazón roto y las lágrimas lo amenazaban con salir.
—¿Desde cuándo que, Seungmin? —habló con tono duro, pero en su voz se notaba el miedo.
—No te hagas el inocente, Minho.
—Ya déjate de estupideces, se directo, me estas cansando con tus rodeos.
—¿Quieres que te hable con cosas directas? Lo hare —dijo con rabia y me acerqué a el —¿Desde cuándo para ti esto ya no valió nada? ¿Cómo pudiste hacerme esto, Minho? ¿Como pudiste ser tan hijo de puta? Botaste todo a la basura por un hombre más joven y de buen trasero ¿En qué demonios pensabas cuando te revolcabas con ese maldito? — Lo miró fijamente —No pero claro que no, si ni siquiera pensabas, tu cerebro estaba en tus pantalones ¿No?
Minho me escuchaba con enojo, con dolor, con ira, con tristeza, una mezcla demasiado peligrosa.
—Cállate —dijo sereno.
—¿No te di lo que necesitabas? ¿Acaso mi amor no te basto? ¡Fuiste tan poco hombre que a pesar que me ves la cara de estúpido, te treves a ir con ella por SungHoon ! — levantó la voz— ¿Acaso no te importa lo que tu hijo piense de ti? Es tu hijo, maldita sea ¿Lo puedes entender? Ni a él le tienes un mínimo respeto ¡Te manoseabas con ese idiota frente a los ojos de nuestro hijo! Eres un perfecto imbécil —Terminó de hablar envuelto en llanto, todo era verdad, una cruda verdad, una verdad que me dolía demasiado.
—¡CÁLLATE! —Gritó, acompañado por un duro puñetazo que aterrizo en su nariz, seguido por dos más en mi mejilla
¿Acaso solo quiere me callé? ¿Que deje de humillarlo? ¿De decirle toda la verdad en su cara?
