Capítulo 8

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La noticia de la asistencia de Venice en el colegio alteró a toda la familia. Kinn y Porsche de inmediato preguntaron a qué institución asistiría, también propusieron que tuviera a un hombre de seguridad con él, pero Pete amablemente rechazó la oferta pues el colegio era privado y contaba con su propia seguridad. Macao y Porchay se notaron entusiasmados, también se ofrecieron a ayudar en todo lo que pudieran. Kim se mantuvo neutral durante toda la conversación pero había un brillo en sus ojos que ninguno supo interpretar. La persona que no tomó tan bien la idea fue, como era de esperarse, Khun.

—Es pequeño aún, Pete. Necesita a su familia.

—Ya es tiempo de que empiece la escuela. Además él quiere hacerlo.

El pelinegro y Khun tenían alrededor de veinte minutos discutiendo mientras todos los demás sólo los observaban.

Las disconformidades en la familia, por lo general, siempre los llevaban a un muy acalorado debate, sin importar el tema.

—Tampoco es como si necesitaramos tu permiso, Khun. —habló Vegas.

Los ojos de Khun se encendieron con molestia.

—Seguro fue idea del insecto ese. —señaló a Vegas. —Siempre apartando de mi lado a las personas que amo.

Porsche estalló en risas.

—Solo es el colegio, no se va del país. —trató de calmar el moreno.

—¿Y qué crees que es lo que sigue, Porsche?, seguramente lo enviaran al extranjero en cuanto tenga la edad suficiente y lo veremos sólo en las vacaciones una vez al año hasta que la escuela se termine o él quiera regresar. Y solo si quiere volver.

—Fui yo. —la voz del pequeño, ya cansado de la discusión, apenas se escuchó. —Yo quiero ir al colegio, tío. Quiero aprender a hacer muchas cosas y tener amigos.

El corazón de Khun se derritió un poco con las palabras del niño. Los pucheros de Venice siempre podían hacer caer de rodilla a todos,y su tío Khun no era la excepción.

—¿Estás seguro, Venice? ¿No nos extrañaras?

Con pasos seguros el pequeño avanzó hasta estar frente al mayor. Y antes de hablar tomó la mano de su tío con cariño.

—Siempre los extraño, pero ustedes me prometieron que estarían aquí en casa esperando por mi siempre, así que está bien.

—Dios, ¿Por qué eres tan lindo?—exclamó mientras abrazaba a Venice. —Entonces si tú quieres hacerlo, lo haremos. Pero...—Khun miró a Pete. —Yo surtiré su armario. Y no, Pete, no voy a discutirlo. Mi sobrino será el mejor vestido de ese colegio.

—Ellos llevan uniforme.

Khun le lanzó una mirada de muerte a Vegas en cuanto hablo.

—Eso también debió ser a propósito, ¿no? —lo acusó. —Bueno, no importa, igual estaremos yendo de compras. Y antes de que alguno se quiera colar, ninguno es bienvenido a unirse. Iremos solo Venice y yo, su tío favorito.

Dando por terminada la conversación Khun se puso de pie con el niño en brazos.

—Venice, dile adiós a tu papi porque estarás conmigo el resto del día.

—Adiós, papi. Iré a comprar cosas. —le dijo emocionado.

Pete solo le sonrió.

—No te excedas, Venice. —le advirtió al niño. —Y, Khun, lo quiero aquí a la hora de la cena. Tiene que empezar a dormir temprano.

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