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– Moxxie, tenía miedo que llegáramos a esto... Pero ya lo he confirmado, eres retrasado. – Hablo el Imp más alto de todos, sentándose en una de las sillas de la oficina.
– Ya dije que lo sentía, señor. – Exclamó el otro, con una mueca de fastidio en su rostro. – No es necesario montar este show por tal juguete suyo.
– Oh, Moxxie, Moxxie, Moxxie. No es solo un juguete cómo los que usa tu esposa insatisfecha con tu mini pito. Es ¡MI LLAVERO DE CABALLO, CARAJO! – Apegó su cara con la de Moxxie mientras lo señalaba. para luego empujarlo de nuevo a la silla. – ¡Ni todo tú puto sueldo de mierda en un año vale más que Pablo!
– ¿Quien es Pablo? – Preguntó recomponiéndose con pereza en la silla.
– ¡¡Él maldito caballo en mi llavero que ROMPISTE! – Se dio la vuelta con los brazos cruzados.
Millie le dio una mirada enfada a su esposo, este desvío la mirada. Encontrándose con la de Loona, que furiosa y parecía que la frase "Discúlpate, o te arrancare la polla" estaban escritas en sus ojos.
Moxxie trago saliva rápidamente, y se levanto para ir hacia su jefe. Seguido por la amenazante mirada que le daba Loona. Aunque esta no mostraba ningún tipo de interés como hija y empleada de Blitzø, si que lo tenía. Le estaba muy agradecida de que la sacara de ese horrible lugar en donde creció, para ella los últimos años con Blitzø fueron los mejores. Y aunque nunca lo admitiría en voz alta, lo amaba muchísimo y por supuesto más que a todo. Y quien se atreviera a hacerle daño como ya lo hicieron en el pasado, lo pagaría caro por muy estúpida que fuera la situación.
– Señor, de verás lamentó haber roto su tonto llaveroOOOAAAAAHHHH!!! – Gritó a mitad de la frase, ya que Loona se levantó bruscamente para ir hacia él.
– ¡NO HUYAS O TE ARRANCARÉ LOS OJOS, GORDITO! – Saltó hacía él.
Q corría por toda la oficina, con Loona tras él y Millie tras esta última, para detenerla. Mientras tantos gritos e insultos en segundos, Blitzø seguía de brazos cruzados, con un puchero en sus labios.
Moxxie tropezó, seguido de Loona y Millie. Los tres cayeron encima de el pequeño mueble el cuál se escombraba el libro de Stolas.
Este se abrió mientras los otros peleaban, apuntó hacia blitzo y con los roces de aquellos demonios tocó una de las páginas del libro, invocando algún extraño hechizo accidentalmente. El libro miraba hacia Blitzø, y de repente. Unos rayos azules fueron directos hacia este, chocando con el.
Por el destello de la luz, los tres en el suelo cerraron los ojos mientras se incorporaban dejando a un lado la tonta pelea. Cuando ya se podía ver mejor, miraron al imp nuevamente.
Abrieron los ojos como platos.
– ¡Levántense de ahí, idiotas! Si Stolas ve que alguna hoja del libro esté arrugada o algo parecido me intentaráq follar por el cu- ¿Que mierda están mirando? – Preguntó, dejando a un lado la frase que estaba diciendo. – Se que estoy bueno, pero esto ya es acoso.
