Capítulo 1

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Un vocerío se oye por las calles, es una gran multitud que se esparce, pero entre la multitud se encuentra un hombre que escapa. Mientras todos a toda voz protestan, aquel hombre, Raúl, huye sin una mínima idea de detenerse.

Un suceso lo ha marcado y el remordimiento lo acompaña, le dice segundo tras segundo que todo pudo haber sido diferente.

El día es nublado, pero a pesar de eso el pueblo sale en medio de la amenaza de la lluvia a expresar su disgusto ante la crisis que atraviesan, en cambio, Raúl, ha salido a escondidas del hospital y en la calle se mezcla con la gente que protesta; con la gente que protesta en su contra.

Al caminar muy de prisa en medio del alboroto, las heridas que tiene en su cuerpo comienzan a dificultar su andar, además, las más visibles como las de su rostro arriesgan su anonimato, así que protege con sus manos aquellas que tiene en sus costados y con la capucha de su chaqueta oculta las de su rostro, así continúa en la huida de su infierno.

Al estar lejos del escándalo de la ciudad se detiene, ahora donde está es distinto, ya no hay gritos hostiles, solo el silbido del viento. Produce un alivio en él, pero sabe que solo sería temporal.

El ambiente es sereno, sin embargo la lluvia amenaza en caer, él con mucha cautela se acerca a la puerta de una casa cercana y toca la puerta repetidas veces.

— ¡Un momento! —se escucha al otro lado de la puerta una voz femenina, luego lo reciben. Al abrirse la puerta él entra de una vez sin esperar la invitación para hacerlo.

La chica que lo recibe queda completamente asustada, no solo porque entró de golpe sino porque es alguien completamente herido a tal punto de estar casi desfigurado.

— Tranquila, tranquila, soy Raúl.

— ¿Raúl? ¡¿Pero qué te pasó?!

— Olivia, por favor — suplica él —ayúdame no quiero que me encuentren, pasó algo muy malo...

Un intenso dolor lo debilita y es cuando Olivia lo ayuda a mantenerse de pie mientras busca un lugar para acostarlo.

Para ella es la primera vez que lo ve en un estado tan decadente, es como si no fuera la persona que había conocido, se nota que ha bajado de peso, que su barba y cabello han crecido sin algún cuidado, además de las heridas que por todos lados de su cuerpo se pueden encontrar, algo muy contradictorio a lo que solía ser su imagen.

Olivia lo lleva a una de las habitaciones más cercanas dónde solo se encuentra una cama y alrededor muchas cajas selladas, un lugar un tanto grisáceo que luce más como un depósito que como una habitación común.

Después de un largo rato estabilizando su estado, por fin Raúl logra calmarse. Pero ella sigue muy preocupada y le es imposible dejar de observarlo.

— Lo sé, soy todo un asco. —Dice él.

— Raúl, ¿Me vas a contar lo que pasó? ¿Por qué estás herido de esta forma?

— Pensándolo bien no creo que sea buena idea, solo puedo decir que mi padre tenía razón, estoy en graves problemas de los que no puedo salir.

— ¿Al menos me dirás quién te dejó tan golpeado? Dime por favor... ¿Y de cuáles problemas estás hablando?

— De los que estoy arrastrando desde el día que se dijo que yo sería el nuevo rey... Si mi tío viera en lo que me he convertido se decepcionaría totalmente.

De pronto Raúl enmudece, sin embargo, Olivia puede saber que llora, las fuerzas no son suficientes en él para seguir conteniendo el llanto que se acumula en su interior, no obstante, también es otra cosa nueva lo que ella observa, no recuerda y tal vez duda que exista un momento donde él haya derramado una lágrima frente a alguien.

Las horas avanzan y ya la noche aparece, Raúl se limita a pronunciar alguna palabra; se encuentra inmerso en un recuerdo, en el día antes de ser nombrado Sucesor.

Aquel momento está tan claro en su memoria que puede sentir que su entorno se transforma al recordarlo. Puede verse caminar en los pasillos del palacio, yendo al salón de reuniones donde su padre y su tío discutían. De las paredes salían sus voces, como si fueran ellas las que estuvieran hablando.

Sabía que se trataba de él, de su decisión de aceptar el cargo.

Justo al entrar al salón apareció un silencio que incomodó a todos, su padre sin decir más se retiró. En cambio Paulo, su tío, estuvo ahí para decirle aquellas palabras que lo animaron:

— Te diré algo hijo y quiero que sepas que estoy siendo lo más sincero posible... Yo confío en mi visión; en aquella dónde te ví triunfando, triunfando y dándole al país su paz, Dan puede creer lo que quiera, pero eso no se acerca a lo que en realidad puedes lograr.

Sin darse cuenta se queda dormido, pero en ese instante el recuerdo se mezcla con otro; uno donde una llama ardiente no cesa. El recuerdo se distorsiona y se convierte en una pesadilla que mezcla voces, gritos, disparos y fuego, momentos diferentes se unen y provoca que a Raúl ya no le sea agradable recordar, mas, ya se ha vuelto incontrolable.

Historias Del AyerWhere stories live. Discover now