Shōkan: Chijō no eikō ✓Tododeku

Capítulo 3

Lo tenía. Claro, había cosas que sacrificó para ello pero lo importante estaba ahí. Sabía lo básico en Shōkan. Como que el entrar a la región <<frío eterno>> con un cambio de elemental en fuego no le ayudaría a no congelarse, o como el que la comida que preparaba nunca era suficiente y por siempre debía estar cocinando para no dejar a su mascota sin comida. Incluso hasta cómo subir las armas, soportes y subsoportes. Lo tenía en definitiva. Aunque todavía había algo que lo fastidiaba demasiado y por lo cual estaba esa madrugada sin poder dormir y con 3 tazas de café al lado del monitor.

Sí, tal vez se había obsesionado un poco.

3 meses antes había lanzado un comunicado sobre su retirada temporal de Kyanpubatoru, sin especificar sus razones o entra en detalles. Hubo quienes lo entendieron y otros quienes le reprocharon, pero para él estaba hecho, eso de verdad había sucedido, la decisión había sido tomada, publicada y puesta en marcha. Todoroki Shoto no se echaría atrás por nada.

Sorbió con lentitud un poco de su café. ¿Cuánto tiempo llevaba jugando en Kyanpubatoru? Un poco más de 3 años, en realidad su trayectoria por el juego fue bastante divertida y relajada. Mucho más linda que Shōkan. Por supuesto, no podía culparse. Todoroki no conocía otro juego más que Kyanpubatoru porque nunca lo vio como algo necesario y nadie de su familia jugaba tales cosas. Desde pequeño estuvieron bajo la sombra de su padre, y él era quien los sometía a estrictos entrenamientos para poder tener hijos <<destacables>> según mencionaba él. Como jugador profesional de béisbol, esperaba que él siendo su hijo siguiera los mismos pasos, pero poco interés prestaba a los deportes.

Si le preguntaban, Shoto era el hijo menos destacable de su familia. Su hermana decidió ejercer en Karate, y había dado frutos porque era incluso maestra. Tanto que su hermano si bien no ejerció en deportes, estudió lo mismo que su padre para estar a cargo de la empresa mientras su padre iba a jugar béisbol. Y él, estaba sano. Estaba en su último año de preparatoria, no sabía qué era lo que quería de su vida, y se perdió sin siquiera notarlo. Y eso explicaba cómo muchas de las veces se sentía fuera de lugar, angustiado, con una inmensa tristeza y pesar. También podía ser por las preocupaciones que cargaba, pero sabía que no eran tantas como para llevarlo a tal punto.

Por ello, hablaba todas las noches con el retrato de su difunta madre. No podía traerla de vuelta, pero se sentía mejor si intentaba hablar con ella. Como los niños esperanzados creen en navidad, él esperaría encontrarse con su mamá.

Meneó su cabeza intentando sacar aquellos tristes pensamientos. No quería recordar cosas tristes en una noche tan fresca y tranquila como aquella. Así que decidió beber su café para volverse a centrar en su misión principal. Él de verdad necesitaba ese pez, y no importaba si se quedaría toda la noche intentando descifrar cómo tenerlo, pero lo haría. Preparó la caña con el anzuelo y lo tiró al lago intentando nuevamente pescar algo, no obstante, la entrada de alguien a su mundo interrumpió su total concentración.