Soojin parecía dar por hecho que aceptaría. Se había colocado bien el casco y le extendió a Shuhua el otro.
─Va a Japón, te gustará verlo una última vez. Eso o puedes esperar a ver otra carta que no querrás abrir.
Lucía tan decidida y valiente. Cómo alguien que no temía a que su abuelo descubriera su huida y las quisiera matar.
─Puedes quedarte aqui y te ayudaré a subir de nuevo. Pero si quieres puedo llevarte al aeropuerto, te despides, puedes abrazarlo y haces lo que quieras para no arrepentirte.
Y su segunda locura se decidió cuando se colocó el casco y tomó la mano de la rubia.
Abrazó a Soojin con fuerza. Era claro que no la dejaría caer, pero no terminaba de convencerse. Era buen momento para decir que le tenía un poco de pánico a poner su vida en las manos de esa chica.
Su cabello rubio podía interrumpir la visión de Shuhua, era sumamente incómodo ir en el asiento de atrás. No sabía cómo Soojin conocía el camino al aeropuerto, pero comenzó a confiar en que no se perderían. Era más como una fé extraña en que esa chica no podía permitir que le ocurriera algo malo.
─¿Por qué haces todo esto?─ Se atrevió a cuestionar cuando iban a mitad del camino.
─Creo que yo habría sido muy feliz si me permitieran despedirme. Ya sabes, tu padre y el mío son casos distintos. Pero al final de cuenta es una situación similar. Imagina que desde mañana ya no podrás verlo. Sería muy triste no decirle que habrá alguien esperando a que regrese.
Shuhua cerró los ojos. El cuerpo de Soojin era cálido y por mucho tiempo que pasaran juntas, aún no comprendía qué era lo que le pasaba con ella. O quizá lo entendía, pero darle un nombre la haría saber que era algo de lo que no podía desprenderse.
El aeropuerto se hizo visible al poco rato. Su padre era un genio al elegir los horarios para volar. Soojin dijo que iba a Japón, pero lo más seguro era que iba a desviarse. Porque su padre era igual de impredecible que su compañera.
─¿Al menos sabes en qué vuelo está?
Y antes de que pudiera quitarse en casco, Soojin ya estaba jalándola dentro para encontrarlo. Parecía escanear rápidamente los vuelos y señalizaciones con sus ojos café. Pensó que sería conveniente pedirle el número del vuelo para buscarlo juntas, pero antes de poder hablar, volvió a ser la chica corriendo detrás de la rubia.
Ahí tenía que decirlo. Nunca se había sentido tan libre como estando con ella. Incluso tenía unas inmensas ganas de reír. Sus manos habían dejado de temblar al momento en que la rubia las tomó. Se detuvieron y la taiwanesa olvidó lo que estaban haciendo ahí al ver su sonrisa.
─Ahí. ─ Señaló al hombre que arrastraba su maleta.
De golpe le vino la realidad de lo que estaba haciendo. ¿Cómo debía hacerlo? ¿Qué debía decir? ¿Estaba bien hablar con él? ¿Por qué no estaba haciendo algo? Sus piernas parecían haber quedado clavadas en el piso. Soojin notó la discusión mental que tenía aquella chica. ¿Qué más podía hacer para ayudarla?
En algún momento su vida había adquirido el objetivo de apoyarla y darle los empujones que necesitaba para superar sus problemas.
─¡Hey!─ Dio un fuerte grito sin vergüenza la chica feliz.
Incluso su padre frenó todo movimiento. Casi con miedo volteó a verlas ahí. La escena fue demasiado extraña para ella, porque su padre parecía feliz de verla.
─¡No olvides traerme algún regalo!─ Gritó la rubia a todo pulmón.
Shuhua se sonrojo al notar la mirada de todas las pasajeras sobre ellas. Pero decidió que era bueno ser como ella, se sujetó fuerte de la mano de Soojin antes de imitarla
─¡Papá!
Aquella palabra sonaba tan familiar. Casi podía saborear lo bien que se sentía volver a decirla.
─¡Vuelve pronto!
Soojin la miraba más que orgullosa. Notó lo diferente que era de la chica a la que conoció en el puente.
Su padre sonrió casi tanto como Soojin. Se despidió desde la distancia y Shuhua al fin sintió ese "sin arrepentimientos" del que Soojin le había hablado.
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