Parte 6

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Ya había llegado a mi casa, Yelo prometió hablarme luego del tema, sólo que quería tiempo. 

Solté un suspiro y opté por mandarle unos exámenes míos antiguos para que pudiera repasar, además le pasé el código para poder entrar a la cuenta universitaria de quien quisiera. 

Pasaron más semanas y quedaba la última antes de irnos de vacaciones de invierno. Ya había pasado bastante tiempo así decidí hablarle apenas llegase a la universidad.

-¡Yelo! -Lo tomé del brazo y me lo quitó bruscamente, en un método de defensa. -Soy yo, tranqui -Se sacó sus audífonos y miró alrededor. 

-¿Qué quieres? -Estaba hostil.

-Quiero que vayamos a conversar a algún lado. 

-No tengo tiempo -Se dio la vuelta y siguió su camino pero me puse en frente de él. 

-Por favor, aunque sea después de tus clases. Quiero que confíes en mí. -Lo último se lo dije en voz baja.

No fue suficiente y me hizo a un lado para continuar. Guardé mis esperanzas para más tarde.

Casi a las ocho de la noche, que es cuando termina mi última clase, me llegó un mensaje.

"Te estoy esperando en la salida", era Yelo. Sonreí y salí apresurado. 

Lo encontré ahí, sentado mirando a la nada. Me acerqué y no me vio hasta que pasé una mano en frente de su cara. 

-Hola -Dijo con la voz un poco carrasposa. Vi su rostro y supe que había llorado.

-¿Qué pasó? -Pregunté de inmediato. 

No me respondió, se dejó caer en mi hombro. Atiné a abrazarlo y dejar que se quedara ahí el tiempo necesario. 

-¿Quieres ir a mi casa? -Le pregunté algo temeroso.

-¿Puedo? 

-Obvio, vivo solo acá, podemos pasar a comprar lo que quieras. 

Sin más, partimos a mi departamento. Estábamos callados hasta que llegamos a un negocio donde compramos unas chelas, cigarros y bebida. Subimos a mi piso y dejamos las cosas en la mesa de la cocina. 

-¿Quieres escuchar música? -Pregunté mientras sacaba unos vasos para hacer micheladas. 

Sólo asintió y le pasé mi teléfono para que se conectara al parlante. Puso una canción de Arctic Monkeys. 

-¿Quieres michelada? Las hago exquisitas -Le guiñé el ojo y sonrió levemente. Sabía que no era tan agresivo como decían. 

Lo tomé como un sí y preparé dos micheladas. Me senté a su lado en el sillón y le pasé el vaso para luego probarla.

-Yo digo que me quedó exquisita. 

-Síp. Muy rica -Dejó el vaso en la mesa de centro y se quedó mirando a la nada.

-Ni la probaste. 

-Pero sé que está rica, te vi preparándola -Dijo casi como un robot.

Conversamos un poco sobre nuestro día y ya se había bebido el primer vaso. Me pidió otro y otro y otro. Ya estaba atontado.

-Sírveme otro po' -Me exigió. 

-Noo, está weno ya.

Hizo un mini berrinche del cual me reí y luego fui a la habitación mía para arreglarla y que durmiera ahí. Me siguió para observarme ordenar y me reí, estaba que se dormía apoyado en el umbral de la puerta.

-¿Tienes ropa? Te puedo prestar un pijama -Dije mientras terminaba de afinar detalles.

-¿Dónde vas a dormir?

-En el sillón.

-Ah.

Saqué un pijama de mi closet y lo dejé ahí para que se cambiara ropa cómodamente. 

Ya eran las tres y media de la madrugada y Yelo estaba sentado con las piernas cruzadas en mi cama mirando por el ventanal que daba una vista hermosa a la ciudad nocturna.

-¿Estás bien? -Le pregunté desde la puerta. Yo ya me había puesto pijama, estaba a punto de irme a acostar. 

-Siéntate detrás mío -Me pidió en voz baja, yo no reaccioné de inmediato pero luego ya esta sentado detrás de él, podía apreciar su tatuaje de mejor forma. Era el rostro de un hombre con los ojos blancos y en vez de tener cabello, tenía serpientes por todos lados. ¿Los tatuajes tienen significado, no? Luego buscaré sobre ese.

-¿Necesitas algo? -No respondió, sólo hizo un gesto para que lo abrazara por detrás. Algo temeroso, lo hice.

Sentí cómo su cuerpo se relajó, pronto escuché sus sollozos, no sabía si preguntarle algo, preferí guardar silencio. Estuvimos en esa posición un buen tiempo, me soltó los brazos e hizo un ejercicio de respiración.

-Edgar...

-Dime Eddie.

-Eddie... Mi nombre real es Manuel... Manuel de Orive. No vengo de una familia ni numerosa ni mucho menos adinerada. Por eso me gano la vida... vendiendo mi cuerpo -Se le escapó un sollozo. -Mi mamá está postrada en mi casa, mi papá es un borracho culiao que jamás ha cuidado de ella, así que me toca cuidarla a mi -Tomó aire y siguió. -Te habrás dado cuenta que mi papá es igual de agresivo que yo, pero yo no nací así, sólo es una capa mía. Por lo mismo, no puedo dejarlo solo con mi mamá, porque sé que es capaz de cualquier cosa. La tiene que ir a ver un tía mía que vive algo lejos, por eso a veces voy una semana a clases y luego a la otra no -Dejó un espacio en silencio para mirar hacia abajo y luego volver a mirar la ciudad. A mí ya se me habían asomado las lágrimas en los ojos. -Jamás he recibido un abrazo sincero por parte de mi padre, mi mamá está así desde que yo cumplí quince años y fue por culpa de ese hijo de puta -Habló con rabia. -No logramos ganar el juicio y por eso no puedo irme a ningún otro lado, por más que quisiera, además de que no puedo ni quiero dejar a mi madre sola. No se lo merece. -Sorbió sus mocos y siguió -Estoy cansado, Eddie. Es una historia que nadie conoce ni nadie conocerá más que tú. En ti vi que sí te preocupabas por mí. Aún si es mentira, ya tengo planeado hacer algo, y nada más va a importar -Eso último lo dijo más bajo pero alcancé a escucharlo, y de inmediato se me vino la idea de que pudiera suicidarse. O sea, después de todo eso, quién no lo pensaría. -Cada vez que mi papá se emborracha, intenta desquitarse con mi mamá, pero yo me pongo entremedio y termino agarrando cada golpe. Ni olvidar las veces que se han aprovechado de mí más de la cuenta. He quedado inconsciente varias veces. Por eso mi tatuaje de la espalda. He sido víctima de abuso sexual desde que soy pequeño y no puedo denunciar porque con ello me puedo pagar los estudios. 

Lágrimas corrían por mis mejillas, simplemente las dejaba fluir. No podía imaginarme lo que era vivir en sus zapatos, ser juzgado por tu familia, por tus amigos que creías amigos, por gente que ni te conoce. No poder protestar por ello.

Luego de quedarnos un buen tiempo en silencio, fui a buscarle un vaso de agua con azúcar y cuando volví, ya estaba recostado en mi cama, hecho bolita. Comenzó una lluvia fuerte y le extendí el vaso con agua. Se enderezó para beber y luego lo dejó en la mesa de noche, para volver a acostarse. 

Quizás era una idea impulsiva, pero sentía la fuerte necesidad de abrazarlo. Así que me acosté en frente de él, obligándolo a darme un espacio. Lo abracé y se acurrucó en mi pecho. Esperaba con todo mi corazón que pudiese sentir un poquito de calor, de amor. Acaricié su cabello claro suavemente durante un largo tiempo. Por su respiración, noté que se había dormido. Inspiré y cerré mis ojos.

-No tienes idea de cómo odio todo lo que tuviste que pasar para llegar a este punto. Te juro que haré todo lo necesario para que puedas vivir tranquilo, mañana hablaremos de esto -Le dí un beso en la frente y finalmente me quedé dormido.

Dormimos así durante toda la noche.

the perfect boy - edyeloWhere stories live. Discover now