Tras una corta pausa, la puerta se abre mecánicamente y la oscuridad es lo primero que me recibe. No puedo ver nada porque las luces de los pasillos se apagan antes de caer la noche; básicamente estoy rompiendo una regla, por así decirlo. «Los tributos no tienen permitido salir después de las doce», eso fue lo que dijo Janson el primer día; sin embargo, el hombre no sabe que desde que entramos aquí, Ethan sale de su cuarto todas las noches para ir a la habitación de Heather. No es ninguna sorpresa realmente para los demás, ya que es obvio el hecho de que se desean..., Aunque no estoy seguro de si están en algo todavía.

Mientras camino descalzo por los estrechos pasillos, guiándome de luna que parece brillar en la profunda negrura, me inquieta el hecho de que las cámaras no me hayan asaltado por el momento. No obstante, no quiero martirizarme con ello todo el rato, así que pronto lo desecho de mi mente y siento que puedo permitirme soltar un poco de mis usuales presiones. En las comidas, siempre mantengo un perfil bajo, que no demuestre al público mis miedos e inquietudes.., Pero no puedo aguantar todo el tiempo. Por ello, momentos como este realmente se agradecen.

Pronto distingo que tras pasar algunas de las puertas corredizas que según Teresa funcionan con nano robots y que son capaces de detectar la radiación humana, llego finalmente hasta la sala de descanso, o comúnmente como yo la conozco, la sala de estar. Hay varias en los muchos vagones del tren, pero las principales están prohibidas para nosotros, y de las tres que he podido ver, esta es mi favorita. Esta habitada solamente por unos cómodos y suaves sofás de terciopelo rojo y una alfombrilla negra con bordeados blancos. Siempre en todas las habitaciones hay reproductores para cualquier emisión del Capitolio, así que aunque no haya realmente una televisión a la vista, no dudo en ningún momento de que los rostros de los presidentes aparezcan en cualquier momento enfrente de mí. Por lo demás, quizás destacan algunas estructuras deformes que el Capitolio conoce cómo "arte".

No obstante, mi lugar preferido de la sala es sentarme en el sofá que se encuentra en la mitad, que quizás es el más pequeño y mirar al tejado. Normalmente, esto no lo encuentras en ninguna habitación, pero por suerte sí en esta. Hay una ventana allá arriba, y que deja una buena vista del cielo. Muchos de mis amigos no se dan cuenta de su existencia, o no les interesa, pero cuándo yo la veo.., Siento de alguna manera que todas mis preocupaciones se van volando por ella. 

Antes de poder recostarme en el, veo que Luna arriba al centro de la sala con sus fuertes zarpas resonando por todos lados. Tengo ilusión de que algún día de estos —antes de llegar a casa, por supuesto— sea capaz de arrancar el feo felpudo de la entrada. Realmente el gusto del Capitolio no tiene reservas para nada y es demasiado excéntrico.

No hay ningún avox a la vista, y eso me alivia un poco. Siempre me he preguntado qué ocurre con ellos ya que suelen ser muy misteriosos casi todo el tiempo. Caviló en la idea de qué harán después de tan arduo trabajo... y la imagen de Alby y sus ojos azules me visitan. Muerdo mi labio inferior hasta hacerlo sangrar un poco. Me siento mal de golpe, porque no tengo ningún derecho a cuestionar qué hacen con su tiempo libre ya que realmente no lo tienen. Ese concepto para ellos no existe simplemente. Pertenecen al Capitolio por traición y pensar si quiera en ello, es una completa ofensa; son propiedad de la presidencia y no pueden permitirse el lujo de imaginar otro estilo de vida. Luego pienso en qué no hay tanta diferencia entre nosotros, ya que de la misma forma nuestras vidas penden de un hilo que solo los más altos pueden decidir cortar o seguir hilando, y me dejo caer en el sofá con un sonoro suspiro.

Trato que la vista de la noche repleta de estrellas alivie el dolor en mi pecho, pero lo único que consigo es que me invada una nostalgia y una tristeza enorme. ¿Por qué motivo las nubes oscuras debían de aparecer para ocultar la belleza de la noche? Rendido, oculto mis ojos con mi brazo derecho mientras escucho en bajo las pisadas casi imperceptibles de Luna; siempre hace eso cuándo quiere pasar desapercibido. Aún me sorprende el hecho de que me consintieran mi deseo de quedármelo. No creo que haya sucedido algo así nunca en toda la historia de los juegos, aunque realmente desde que el muto se interesó por mí ya dictaba lo extraño que era todo.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐂𝐎𝐑𝐂𝐇 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒 𝐈𝐍 𝐅𝐈𝐑𝐄 | Newtmas ( au ) [✓]Where stories live. Discover now