🍀 Capítulo 3 🍀

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Para la academia, Kaveh era la luz de su Darshan, y para Al-Haitham, Kaveh era algo así como la luz de su propia vida, desde que lo conoció, hasta el día de hoy.

Diciéndolo estrictamente, él no conoció a Kaveh, sino que sus padres los presentaron: el padre adoptivo de Al-Haitham, Panorama, es prácticamente el profesor más amado de toda la academia, siendo que imparte clases de apoyo y por sus métodos tan flexibles de enseñar de alumno a alumno es bastante querido, no solo por sus estudiantes sino por la gente de Sumeru en general, y a pesar de esto, tenía pocos amigos que su propio hijo conocía, aunque entre los que sí conocía, estuvo el padre de Kaveh, al cual le presentaron a penas entró a la academia.

Kaveh y él tenían la misma edad, con unos cuantos meses de diferencia en los que efectivamente Kaveh era ligeramente mayor, sin embargo, lo reconoció como su mayor porque por su desempeño en su Darshan se graduó rápido y con honores, algo que pocos estudiantes logran hacer y obtener, y entre los pocos que Al-Haitham conocía, solo estaban Lisa Minci, la mejor académica que en cien años la Sumeru Akademiya tuvo, el propio Saint-Germain, el mayor orgullo de la academia, y Kaveh, la luz de Kshahrewar.

El caso es que, cuando conoció a Kaveh, no era tan diferente a cómo era ahora, un muchacho de carácter amable, afable, con una sonrisa siempre en su rostro y un aura que parecía que todos a su alrededor adoraban, recuerda verlo por las ventanas de los lugares que elegía para hacer sus trabajos, y sabiendo lo irracional que sonara, igualmente pensaba que era alguna clase de ángel...

Esa amistad que tuvieron y mantuvieron probablemente fue la razón por la cual Al-Haitham no pasó sus días en la academia encerrado en la biblioteca, ya que Kaveh aunque fuera a la fuerza lo sacaba de allí para poder pasar tiempo juntos, ya sea en los jardines de alrededor de la academia un rato, escapándose los fines de semana a hacer acampadas en Floresta Apam, incluso recuerda una vez que se metieron a las ruinas del coloso y por poco fueron reprendidos por eso solo porque a Kaveh le pareció divertida la idea.

Al fin de al cabo, peligroso no era ya que a ambos se les habían preparado para defenderse con o sin arma en la mano, otros robots que les pudieran atacar no fueron problemas, y terminaron de alguna forma contemplando toda la cueva desde el ojo del coloso, riéndose ambos por la tontería que acababan de hacer en el tiempo libre que se supone que deberían usar para hacer sus trabajos, pero allí estaban, y no se arrepentían para nada de estar allí.

También está el hecho de que terminaron siendo muy queridos por el padre del otro, Panorama ya parecía ser muy protector con Kaveh cuando se lo presentó, pero luego de que se hicieron amigos no dejaba pasar la oportunidad de abrazarlos a ambos cuales peluches...sin medir su fuerza, porque su padre será portador de arco, de apariencia delicada, y de rostro inocente, pero tiene más fuerza que ellos dos juntos, así que esos momentos de abrazos resultaron en otra experiencia inolvidable aunque no lo hayan querido así.

También Agnidev terminó por adorar bastante a Al-Haitham, tanto que siempre era él quien le ayudaba en sus investigaciones, ya que a pesar de ser graduado de otro Darshan, tener otra carrera y un método de estudio completamente diferente, de alguna forma sabía bastante de lenguas y eso le ayudó bastante, y todo esto por ser amigo de Kaveh. Además de que allí está el hombre que siempre los reprendió por tomar alcohol, lo siguen haciendo, pero el intento hizo de que el vicio no se les contagiara.

Sin duda algo bueno sacaron del otro, ya fuera ayuda, un nuevo ser querido, pero sobretodo, fortaleza para vivir.

Al-Haitham tiene que admitir algo, y es que no era tan perspicaz antes de conocer a Kaveh, maduro, sí, inteligente, también, pero "perspicaz", eso sí lo pondría en duda, a veces ni siquiera teniendo dos datos al frente podía ponerlos juntos, y allí es donde Kaveh influyó en él, ya que él sí era capaz de notar detalles de prácticamente todo con solo una mirada, sabía interpretar todo, y de esa influencia es que él ahora puede interpretar las cosas tan fácilmente, pero sin Kaveh allí para influirlo dudaba que hubiera podido cambiar así.

Kaveh no se queda atrás, ya que a pesar de esa perspicacia, su actitud para hacer las cosas y su reconocida inteligencia, le faltaba paciencia: a veces quería hacer las cosas demasiado pronto, sin descansar, sin mantener la calma, en eso fue que Al-Haitham influyó en él, ya que siempre se le inculcó la paciencia como prácticamente el todo de donde lo demás venía a formarse, y si bien a día de hoy Kaveh sigue siendo alguien exageradamente centrado, como se demuestra en su forma de trabajar, no era nada en comparación al Kaveh que él había conocido en la academia, que se desvivía por hacer las cosas.

Al final, esa amistad se convirtió en total confianza, y esa confianza, en sentido protector, para terminar para Al-Haitham como alguna clase de querer de tener a Kaveh a su lado, y tal vez Kaveh sentía lo mismo, no es algo que pudiera saber con exactitud.

Lo que sí sabía, es que siempre quisiera que se mantuviera a su lado, y aunque no se vieran todo el día, tuviera la seguridad de que al llegar a casa podría librarse de todo su trabajo con solo verlo allí dormido.

–Haitham.

El susodicho volteó la cabeza ante ese llamado: ese día habían ido a presenciar un acto en el Teatro Zubayr, y luego de su conclusión pasaron un rato en el Gran Bazar, justo ahora debían estar volviendo a la academia antes de que alguien se diera cuenta de que justamente había ido al teatro.

–¿Qué pasa?–le preguntó sin parar el pasó, pero siguió caminando.

–¿Piensas que mi arte es extraño?–preguntó Kaveh de forma bastante ambigua.

–¿Extraño?–Al-Haitham levantó una ceja confundido–¿por qué preguntas eso?

–He escuchado a muchas personas describir toda mi arquitectura como extraña, y hoy el profesor Brahma me dijo que mi arte no es propia de Sumeru–le explicó Kaveh de forma susurrante antes de mirarlo directamente a los ojos–¿tú piensas lo mismo?

Había ocasiones en las que Kaveh se hacía ese cuestionamiento por la forma en que las personas pensaban de su arte, no solo en general, sino sus propios compañeros, los demás estudiantes de otros Darshan, etc, siempre fue así, más que nada porque en Sumeru no es que se le prestara mucha atención a lo que respecta el arte y lo hermoso cuando preferían lo funcional sin ir mucho más allá de solo eso.

Pero esa fue la primera vez que en vez de cuestionarlo a Brahma, profesor de Kshahrewar, se lo cuestionó a él, por eso es que recordaba ese momento tan claramente.

–Siempre he pensando que tu arte es exótica–fue lo que Al-Haitham le respondió a Kaveh–no parece de Sumeru, pero tampoco encajaría en otras naciones, eso lo convierte en arte exótico

–Hmph, no sé si es un muy raro halago o un comentario al azar–dijo Kaveh de forma algo cómica al enserio no entender al contrario.

–Es un halago–aclaró Al-Haitham–yo no entiendo tu arte, pero eso no evita que me parezca muy hermosa

Se quedaron en un pequeño silencio por segundos, con el de ojos rojos pensando por un momento lo que el de cabellos grises acababa de decir, y entonces, sonrió de una manera tan linda y pura que de alguna forma, calentó el corazón del contrario, quien empezó a adorar aún más esa sonrisa que supo que podía crear en el mayor.

–Ese halago me gusta más–dijo Kaveh abrazando al estudiante de Haravatat por uno de sus brazos.

Y así siguieron caminando hasta poder llegar a la academia de nuevo, bajo el hermoso cielo de Sumeru, y tal vez, sin que el de cabellos rubios haya notado la sonrisa que él formó en su menor.

Esos momentos, en la posterioridad, se convertirían en muy lindos recuerdos de su joven ayer juntos.

Un Amor A La Medida [ Al-Haitham x Kaveh ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora