Arrastrándome por el suelo, la fibra de mis dedos no tardan en acariciar algo que identifico cómo un brazo alargado y mucho más pequeño que el mío. Me trae memorias de repente de otro brazo igual de minúsculo, y me golpea en la cabeza un fuerte recuerdo que sucedió antes de mi emboscada. La presidenta, ella... estaba ahí conmigo, y me dijo que no sería el único en sufrir las consecuencias de los actos de Newt; qué Lizzy también..., ¡Mierda, Lizzy!

Sin pensar demasiado las cosas y dejándome guiar por mis sentimientos encontrados, pienso que a quién estoy tocando es a ella: a la dulce y pequeña hermana de mi mejor..., Recibo un golpe bajo la mandíbula que interrumpe cualquiera de mis abruptos pensamientos, y me veo obligado a apartarme. Me echo hacia atrás, sujetándome esa sección de mi cuerpo, dolido.

—¡Qué daño! —Había bajado la guardia por completo y no me lo había esperado.

Sobándome la barbilla con cuidado, me doy cuenta de que la fuerza empleada en el golpe había sido mucho más fuerte y algo superior a lo que haría un brazo menudo como el de antes. Aquello consigue que me ponga altera, y mi tono de voz muestra desconfianza y prevención.

—¿Quién está ahí? —Es lo primero que pregunto, y como si estuviese programado o preparado de alguna extraña manera, empiezo a escuchar otras muchas voces quejarse de un extremo dolor de cabeza. Algunas de ellas suenan asustadas, y otras muchas desconcertadas.

Dejo de poner atención a las voces de los demás, cuando la persona que siento cerca, aquella que me ha golpeado con seguridad, me habla.

—¿Has sido el primero en despertar? —Es un chico y probablemente por su tono de voz, joven y puede que de una edad similar a la mía.

Dudo de responder al principio, pero me recuerdo que estamos en el mismo ajo y que de nada serviría tomar prevenciones con personas que están igual que yo. Luego pienso en qué mi respuesta no cambiará nada, y que no es realmente de mucha importancia.

—Sí, ¿tú eres el que me ha golpeado? —A pesar de los quejidos nerviosos que resuenan por el lugar, puedo escuchar perfectamente lo que me dice.

—Me lo habías dejado a huevo, chico. —Por alguna extraña razón, aquello me saca una carcajada suave. Este la comparte también y por unos momentos, me parece que no estamos tan hundidos como parece.

Sin embargo, todo se rompe cuando suceden dos cosas a la vez: a mi lado, habla una niña que no debe de tener por su voz aniñada más que unos trece, y anda preguntando en dónde carajos estamos, justo, cuándo unas compuertas se abren ante nuestros ojos dejando la entrada de una incandescente luz blanca.

Y en aquel momento, me digo que no puedo tener la más mala suerte del mundo, porque mientras las puertas se van abriendo, descubro que no estamos aquí reunidos unos cinco o cuatro chicos como pensaba, si no que por lo menos hay unos veinte. Todos ellos adolescentes, por supuesto; asustados y desconcertados como yo.

Antes de que todo entre en caos, intento buscar con la mirada la cabellera rubia y familiar de Elizabeth, pero nada. Pretendo acercarme a todos los que nos rodean, apartarles para buscarla de una mejor forma, pero cuándo en la salida aparecen una multitud de guardias armados y uniformados, todos nos quedamos quietos. Aguantamos la respiración sin saber qué demonios hacemos aquí, ni qué quieren de nosotros.

Me fijo en el chico que está a mi lado, y supongo que es con quién hablaba antes: es un chico alto, formado, esbelto y con un cabello corto de tonos castaños. Una camisa gris le acompaña, junto a unos vaqueros grandes de un color beige. Un principio de barba acompaña su mandíbula inferior, y su intensa mirada castaña me dice qué es mejor no buscarme problemas con él.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐂𝐎𝐑𝐂𝐇 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒 𝐈𝐍 𝐅𝐈𝐑𝐄 | Newtmas ( au ) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora