Alysen T̶a̶r̶g̶a̶r̶y̶e̶n Royce

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Māzigon (Ven)

—Debería quemarte para redimir ese descaro de llevar un nombre que nunca fue tuyo —escupió con visible rabia— dime bastarda ¿La perra de bronce te ha confesado con que bufón creyó poder engañarme?

—¡Daemon! —se elevo la voz del rey con advertencia

No podía gesticular o gritar, las manos de Daemon Targaryen cubrían su rostro y lo estrujaban con toda su fuerza, haciéndola temblar y caer de rodillas para su retorcido placer.

—¡Alejate de Lady Alysen! —Gerold Royce desenfundo su espada— no puedes herir a la heredera de la casa Royce sin consecuencia.

Pero Alysen y él sabían que eran palabras vacías, Daemon Targaryen ya había demostrado que era un hombre al que el peso de la ley no podía tocar. Ni siquiera sus varios exilios lo habían alejado del todo de la corte, su hermano el rey con los años volvía a ser piadoso. Matarla implicaría otro breve exilio para él, un viaje placentero si significaba matar a la hija que negaba haber procreado con la difunta Rhea Royce.

Con su mayoría de edad su tío y ella solo habían venido para legitimarla y consolidar la sucesión de la casa Royce.

Las proclamaciones del príncipe Targaryen pesaban para que nunca se le viera digna y se murmurara de ser Alysen Stone y no Alisen Targaryen.

Alysen sabia que su madre se había mantenido verdadera, pero nadie mas lo creía, incluso Gerold llego a susurrar que no habría culpado a su madre, en su opinión ella no fue la que deshonro el matrimonio como lo hizo Daemon Targaryen al rehusarse por años a consumar el lecho.

Con cabello castaño y ojos negros no contaba con un solo indicio de tener sangre Valyria, años atrás incluso fue llamada a la corte para ser compañera de juego de la segunda hija del rey Viserys, un siniestro plan del rey -o tal vez de su mano- para rebelar su verdadera naturaleza, creyéndose con el poder de juzgar su sangre ante su incapacidad de reclamar un dragón. 

Los odiaba, odiaba a cada uno de ellos.

Una vez más demostraban de lo que estaban hechos, ese maldito Otto Hightower instruyéndoles de encontrarse con el rey en Driftmark, no solo haciendo a la casa Royce insultar indirectamente a los Velaryon al llegar sin conocimiento de la muerte de Lady Laena, pero ridiculizando a Daemon con una hija que negaba y se paseaba frente sus dos hija legitimas que recién habían perdido a su madre.

No podía culpar del todo a Baela y Rhaena por sus miradas de disgusto, pero dolía que ellas siendo una imagen viva de su madre no fueran negadas. Los Velaryon aunque perturbados no tenían intenciones de detener al príncipe Targaryen... claro, encontraban las tácticas de Daemon pertinente en honor de sus nietas. El resto de la estirpe Targaryen era mas neutral a la situación, solo el rey exigiendo a su hermano no hacer algo estúpido.

Nadie ahí era su aliado, estaba increíblemente sola de no ser por su tío Gerold que se disponía a enfrentar al hermano del rey.

Mientras era incapaz de gritar, su corazón aleteo, algo muy dentro de ella rugía con un deseo de ver sangre caer.

No era una bastarda.

No lo era.

¡Māzigon! (Ven)

—¡DAEMON! —rugió el rey.

Su tío; Gerold Royce, cayo al suelo y su cabeza rodó por la arena.

Su interior burbujeó y un grito oprimido por años perforo sus labios, en un sonido gutural casi animal que se elevaba al cielo en una señal de venganza.

Porque Daemon Targaryen le había quitado a su madre, y ahora a su tío.

Alysen comenzó a reír histéricamente, recordando esa estúpida niña que anhelaba por su padre, que rezaba por un dragón, que suplicaba una y otra vez a su madre por historias de su padre, aunque esta odiara cada fantasiosa historia que regalaba a su primogénita incapaz de romper su corazón.

Byka Aspo {Finalizado}Where stories live. Discover now