El asesino reencarnado es un genio espadachín.

16.

Capítulo 16.

En el interior de la mansión del señor, que se asemejaba a una gigantesca espada en su afilada atmósfera, su propietario Glenn Zieghart estaba sentado en el trono con los ojos entrecerrados.

"Ahora que lo pienso...

Había algo que el vagabundo llamado el Santo de Trapo había dicho.

'Hay casos de que tienen un talento excepcional'.

Patrick había mencionado que había casos de niños nacidos con la Maldición de la Escarcha que tenían un talento excepcional.

'¿Se manifestó ese talento?'

Si no era el caso, entonces no había manera de que Raon siguiera tomando el elixir.

"Hmm..."

Glenn gimió. No era un comportamiento que pudiera mostrar a los demás como el Rey Destructor del Norte.

Fue un error, un gran error'.

Hubo un tiempo en el que sus emociones estaban tan secas como las arenas del desierto, por haber atravesado su reino de artes marciales.

Sylvia nació en ese momento. Él no le dio ningún amor, a diferencia de los otros niños. Era más un entrenador que un padre, ya que se limitaba a criarla dándole tareas.

Así, Sylvia no recibió ningún amor de su padre ni de su madre, y tampoco recibió ningún afecto de sus hermanos. Acabó viviendo como una marioneta chirriante y dejó a la familia con un hombre que conoció de fuera.

'Realmente no sentí nada en aquella época'.

Glenn sabía que las calumnias de sus hermanos y la revuelta de los subordinados fueron algunas de las razones por las que se fue, pero no le importaba.

Eso era porque no le importaba lo que le ocurriera a Sylvia. En aquel entonces, su única preocupación era hacerse más poderoso y hacer que la familia fuera más grande y fuerte.

Y cinco años después de eso, finalmente se dio cuenta tras recuperar sus emociones humanas cuando atravesó otro muro infernal de artes marciales. El hecho de que había cometido un gran error que no podía ser revertido.

Enviando a los guardaespaldas tras ella, logró salvar a Sylvia y a Raon dentro de su vientre, pero su yerno y la nieta que ni siquiera había conocido eran meros charcos de sangre.

"Qué patético".

Se mordió los labios por su vergonzoso pasado. El jefe de la casa de Zieghart, el Rey Destructor del Norte, el Emperador de la Espada. Lo llamaban de diferentes maneras, pero ninguna de ellas podía revertir su error del pasado.

Estaba en muy malos términos con Sylvia, y era imposible recuperarse.

'Raon.'

Por eso resolvió proteger a su nieto más joven sin importar lo que pasara, aunque eso le hiciera ser odiado por Sylvia y Raon como resultado.

Toc toc.

Cuando estaba reforzando su resolución, oyó que alguien llamaba a la puerta.

"Haaah..."

Limpiando el cansancio de su expresión, abrió la boca con fría dignidad.

"Entre".

***

Raon entró en el gimnasio cubierto, con la emoción corriendo por sus venas.

'Por fin me siento calentado'.

Gracias a las dos semanas de entrenamiento constante, consiguió alcanzar el nivel del grupo de nivel medio.

A ese ritmo, parecía que alcanzaría el nivel de Burren y Runaan antes de la prueba.