—¡Nooo...! Yo iré por Terry, lo jalaré de las patas si es posible. Él es mío.

***

—¡Nooo...!

—Terry mi amor, ¡Terry...!

—Fuera de mi mente.

—¡Terry despierta!

—¿Eres tú? Pecosa.

—Sí, mi amor, te quedaste dormido, vamos regresa a la cama ¿qué pasa, soñaste algo feo? Gritabas y pataleabas.

—Sí, fue una pesadilla, pero qué bueno que me despertaste ¿y los chicos?

—Ya se acostaron, vamos nosotros también debemos descansar, recuerda que mañana viajaremos en avión, ¡será emocionante! ¿verdad querido?

—Será aterrador, diría yo.


—Bienvenidos al vuelo B-33, señores Graham y Jóvenes Graham tomen asiento por favor, en un momento será el despague.

—Queridos tripulantes les deseamos que su vuelo sea aterrador —dice la sensual voz a través del parlante.

—¡Escuchaste eso Candy! Dijo aterrador; te lo dije, yo no confío en este cacharro, si este aparato se descalabra hasta aquí llegamos.

—Tranquilo papá, escuchaste mal, la azafata dijo el mejor, y no aterrador además los cálculos numéricos dicen que es el transporte más seguro, recuerda que en el aire no hay riesgo de choques —contesta Tara.

—Eso espero hija.

—Sí papá, ya deja de ser alma de malagüero, esto es lo moderno, esta genial te dan comida y todo —comenta Castiel.

—Hijo respeta a tu papá —lo reprende Candy.

—¿Pero que hice? —se queja el joven.

—Le dijiste alma de malagüero, además se dice pajaro de malagüero 

—Mamá... es casi lo mismo, y no es mala palabra —se defiende el joven.

—¡Déjalo! espera que me baje de este animal, estos jóvenes cada vez van peor, mi papá me hubiera roto los dientes por menos que eso.

—Terry... cariño, ¿ya se te olvido tu época del colegio?

—Shsss pecosa, no hablemos de eso delante de los niños.

El avión comenzó a acelerar, el ruido de las turbinas tapa los oídos y Terry solo escucha zumbido y siente sus entrañas pegadas en la espina dorsal, comenzó a girar y girar, se parece al espiral de la muerte; todo se le puso oscuro.

—Queridos pasajeros llegaron a su destino, y esperamos que su vuelo con nosotros resulte espeluznantemente inolvidable.

—Escucharon lo que dijo, no son cosas mías; si es broma no me gusta nada.

—Papá es por la celebración de Halloween, es octubre y los americanos se lo toman muy en serio ¿tú debes de saberlo? —explica Tara.

—Sí, pero en nuestros tiempos no hacían tanto alboroto, y es una celebración absurda que nosotros nunca festejamos, ¿verdad pecosa?

—Sí, querido, pero los tiempos cambiaron, para los jóvenes es divertido.

—¿Solo para los jóvenes mamá? yo creo que esa invitación es para nosotros no para ustedes —dice Castiel.

—No, esta invitación es para adultos, dice señor Graham y como lo que es de su padre es mío, así que yo también estoy invitada, y tú aún eres menor.

—Mamá ya tengo 17 años, no soy un niño.

—Ya, basta, discutan después, por ahora salgamos de aquí, que este aparto de metal me está asfixiando.

—Déjame ayudarte papá, ¿qué cara tienes? ¿pareces zombi?

—Mira Castiel, te voy anotando todas tus faltas de respeto, te vas olvidando de la nueva televisión enmarcada en madera y con patas torneadas.

—Papá, no te he faltado el respeto, modernízate ancestro.

—¡Ancestro! ¿qué palabra es esa? Castiel.

—¡Mis amores!— Grito Eleonor cuando vio salir a su familia del aeropuerto, es una mujer, quizás cerca de setenta años, no se puede predecir ya que continua con el glamur y la belleza que la caracteriza.

—Eleonor luces estupenda, me tienes que dar el secreto de la eterna juventud —dice Candy.

—Pero que dices, tú y mi hijo se ven tan jóvenes, parecen hermanos de mis nietos y no sus padres.

—Explícales eso a mis hijos Eleonor, para ellos somos dinosaurios —se queja Terry.

—Cariño ¿qué cara tienes pareces un fantasma o es tu disfraz?

—Es lo que yo le dije, pero él se lo tomo a mal —comenta Castiel.

—Mis amores, que hermosos están, tú Castiel te pereces a tu madre sus mismos ojos, y tú mi preciosa Tara, tienes su cabello, pero los ojos de Terry.

—Me hubiera encantado tener los hermosos ojos de mamá —dice la muchacha.

—¡Oye cariño! Mis ojos también son bonitos —reclama el padre.

—¡Y para mí no hay abrazo!? —pregunta un joven de voz profunda, pero juvenil y juguetona.

¡Jensen! Dicen todos y salen al encuentro del primogénito de los Graham, el joven esta disfrazado del caballero de las tinieblas con su capa de terciopelo.

—Cariño porque no avisaste que vendrías —pregunta Candy emocionada, abrazando a su hijo.



Siguiente...


La invitación OscuraWhere stories live. Discover now