24 | Baños

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"Incluso el amor sobraba, pero faltaron palabras..."



Ángel

De nuevo en la ciudad de Nueva York. Rodeada de la gente de Alex. Sin poder moverme con libertad pero dispuesta a recuperar el título al que renuncié con tal de estar a cargo del Círculo.

— ¿Por qué estás tan callada?

— Estaba pensando cómo asesinarte — gruño.

Llevo irritada desde que Massimo me enseñó esos estúpidos mensajes. Soy incapaz de creerle pero hay una vocecita martilleando en mi cabeza, diciéndome que, probablemente debería hacerle caso a Massimo y alejarme de Alex.

— Mátame a orgasmos — susurra en mi oreja.

Llevo a Ámber entre mis brazos y él se ha inclinado muy cerca de mi oreja para poder decirme esas palabras al oído antes de adelantarse para abrir la puerta a la entrada de nuestra casa.

"¿Hasta cuando podrás seguir llamándole hogar?"

«Cállate»

— ¿Todo bien? — la voz de Alex se interpone entre mis pensamientos y la realidad.

Tardo algunos segundos en responder, porque me he dado cuenta de que la puerta está abierta y él me mira desde arriba de las escaleras. Cuando voy a abrir mi boca, Alex ya está a mi lado, sosteniendo mi cintura con su brazo y acercándome a él.

— Mi amor — susurro con sus labios contra mi frente — todo está bien, te lo prometo.

«Soy tonta»

Porque me aferro a esa promesa con los ojos cerrados y asiento — estuve muy asustada — admito, intentando contener las lágrimas en mis ojos — tengo miedo de que... me olvides y tener que seguir sin ti.

— Mi amor... — suspira él.

Todo lo que puedo hacer es sostener a Ámber con algo más de fuerza. Veo el miedo y la frustración brillar en los ojos de Alex pero no es algo que él pueda solucionar con sus promesas. El médico nos advirtió que tuviéramos bajo control el estrés o las emociones fuertes para él, pero que incluso haciendo eso, Alex podría igualmente perder la memoria por culpa del tumor que sigue en su cerebro.

— Incluso si es así — me dice, mirándome a los ojos — volveré a ti. Siempre volveré a ti, Ángel. Eres la luz en mi vida y acabaré volviendo, ocurra lo que ocurra. Mis recuerdos se irán pero mi corazón — dice, tomando mi mano entre las suyas — mi corazón lo tienes tú.

— Marido... — jadeo, deshaciéndome en sus brazos.

Alex me toma en brazos sin casi ningún esfuerzo y nos adentra a todos de nuevo en nuestro hogar, me aterra pensar que lo construimos sobre un suelo inestable. Pero quiero protegerlo a como dé lugar.


Alex.

Ángel está dormida en nuestra cama, acabo de dejar a Ámber en su cuna. Todavía utiliza una cama con barrotes porque da demasiadas vueltas y acaba siempre en el suelo. Varias veces nos ha dado un susto porque nos levantan sus llantos.

— ¿No eres la cosa más hermosa que tiene tu papá?

— Cosa hermosa... — susurra entre sueños.

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