Solucionado eso...

Bien, no. No solucionado pero hecho el suficiente control de daños como para fingir que no explotaría en su cara a futuro.

Sí, eso sonaba más preciso.

Después de una noche de parcial sueño y distancia de su pelea con Verosika, él se encontró preguntándose cómo se desarrollarían las cosas. Sí, él seguía molesto por la forma en que Verosika se había referido a Loona, pero era lamentable esa forma de referirse a otros cuando estaba enojada era típico de ella. Blitzø había recibido su buena tanda de apelativos estereotipados por parte de Verosika porque cuando ella estaba enojada, actuaba como todo el mundo, recordando la diferencia de clases. Claro, luego Verosika se disculpaba y él sabía que en el fondo no pensaba del todo así. Si no, ella no proclamaría en toda red social y entrevistas que estaba en una relación con Blitzø y que sí, él era un imp, mejor que cualquier otro demonio que ella hubiese probado con anterioridad. El racismo interiorizado de Verosika solo salía cuando peleaban y quería herirlo. Era vil y bajo.

Pero...

Era difícil enojarse con ella cuando toda la gente que él llegó a amar solía tener uno o dos prejuicios. Esa era la sociedad en la que vivían, donde los propios príncipes gobernantes imponían las divisiones sociales.

Y, aun así, Blitzø se dijo que tendría que poner un serio muro con Verosika. Porque ella podía decir lo que quisiera en un arrebato del momento, pero esa sería la primera y la última vez que se refería a Loona de esa forma. Ella tendría que aceptar que igual que otras cosas, lo ocurrido era algo imperdonable. Por fortuna Verosika sabía cómo no volver a cruzar esas líneas.

Ahí estaba la cuestión, lo mismo que había pensado en el orfanato la última vez ¿Qué era su relación con Verosika? Aun cuando habían terminado, él sabía que no era algo permanente. Tantas veces habían peleado, gritado y humillado al otro, que esto solo se sentía como un desliz. A veces Blitzø era quien cruzaba la línea y otras veces era Verosika. Pero ambos ya sabían cómo terminaría todo esto. Ese era el verdadero problema ¿Cuánto estaban dispuestos a ceder hasta que se destruyesen mutuamente? ¿O había la posibilidad de que pudiesen mejorar?

Ahora él tendría que confirmar que iba en serio la propuesta de Stolas de que viviesen juntos. Oh, eso iba a enojarla más. Blitzø seguía sin entender por qué Verosika estaba tan enojada con él o por qué habían discutido cuando las cosas habían iniciado tan bien. En realidad, eso último si podía entenderlo. Dos demonios como ellos, de personalidades tan fuertes, tendían a explotar con temas que para el otro parecían tan mundanos. Pero ¿Qué significaba todo eso para ellos ahora que no se trataba de algo temporal? La adopción de Loona no se trataba de algo temporal que podía cambiarse, como el hecho de que Blitzø fuese un payaso en un parque de diversiones. No era algo que Verosika pudiese simplemente intentar cambiar con la intención de hacerle un favor a Blitzø.

¿Su relación iba a destruirse por completo?

Maldita sea...

Haber tenido intenso sexo con Stolas de repente no sonaba tan bien.

Porque muy en el fondo Blitzø sabía que por mucho que Verosika fuese esa constante que encajaba perfectamente bien con todas las grietas en su mente, él siempre iba a escoger a Loona por sobre todas las cosas. Y lo haría sin arrepentimiento o duda. Algo que Stolas comprendería perfectamente, pero Verosika jamás lo perdonaría.

Y ambas posturas eran colosales, reales y válidas.

Stolas era un padre que amaba sinceramente a su hija y entendía de sacrificios. Verosika había iniciado una relación con él porque Blitzø era igual de caótico, impulsivo y destructivo que ella. Para Stolas, Blitzø era material parental por lo dedicado y devoto que se mostraba a Loona. Para Verosika, Blitzø jamás había parecido alguien que quisiera una familia, demasiado distraído en pólvora, alcohol, sexo y drogas.

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