17. Ilusión

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Detrás de la sonrisa

Capítulo 17: Ilusión

La sensación de que las piezas de tu vida van encajando, no siempre es una ilusión.

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Adrien observaba por la ventana del automóvil que lo llevaba a su casa, con algo de miedo reflejado en su mirada verde pues, aunque Marinette le había dicho que todo había salido bien con Nathalie, aún tenía miedo.

Le estaba echando ganas a recuperar sus ganas de vivir, realmente lo estaba intentando, pero tenía miedo de que, si algo pasaba con Nathalie, no pudiera resistirlo.

Sacudió la cabeza, diciéndose mentalmente «Piensa positivo, piensa positivo», cuando el vehículo se detuvo en las puertas de la mansión. Descendió del automóvil y vio a Nathalie parada en lo alto de la escalera, como siempre, con las manos detrás de ella y una mirada seria.

Subió los escalones de dos en dos y se paró frente a ella. Lo primero que hizo fue mirarla y cuando ésta iba a preguntarle si le pasó algo, simplemente cerró los ojos y la abrazó, esperando una descarga que no llegó.

—¿Estás bien? —le preguntó la mujer, muy sorprendida por el actuar del muchacho.

—¡Estoy perfecto, Nathalie! —respondió con una brillante sonrisa, haciendo que ésta sonriera también—. La pasé genial, los abuelos de Marinette son increíbles... Estuve en casa del señor Rolland y me mostró toda su colección de antigüedades.

—Me alegra que la hayas pasado bien —respondió—. Ahora deberías ir a ducharte y cambiarte de ropa. Le diré al chef que te prepare algo liviano de cenar.

—Gracias, Nathalie —exclamó, antes de volverla a abrazar—. ¡Nos vemos! —se despidió con un gesto de su mano e ingresó a la mansión, tarareando una melodía.

Nathalie sonrió. Lo que sea que había pasado en su fin de semana con los Dupain-Cheng, lo había transformado en una persona mucho más alegre.

Y le gustaba este Adrien.

...

Adrien se dejó caer en su cama, boca arriba. Ver que todo estaba bien con Nathalie lo relajó y lo puso de muy buen humor. Marinette tenía razón, todo había salido bien, así que con esa carga fuera de sus hombros, se permitió cerrar los ojos y recordar el fin de semana que había pasado con los padres de Marinette, porque si bien ya los conocía, nunca había tratado con ellos tan a fondo como ese sábado.

...

Con Sabine era fácil conversar. La mamá de Marinette tenía un aire de ser una persona serena y sabia, y no se equivocó, pues le había dicho que contara con ella para lo que necesitara, así como también para practicar su chino si así lo quería.

Tom en cambio, de primera lo intimidó, no supo si por la mirada que le daba o por los recuerdos de Weredad, pero aun así se acercó a él y sin decir nada más, le pasó un mando de consola para que ambos jugaran videojuegos. Aunque se preocupó cuando le ganó la ronda, Tom solo empezó a reír exclamando que ahora no se la dejaría tan fácil.

Todo estuvo remotamente tranquilo, hasta que Marinette bajó las escaleras y les informó que tenía que ver a Alya urgentemente porque necesitaba su ayuda, y que iba y volvía con rapidez, incluso la bulla del videojuego se apagó.

Si bien Adrien sabía a dónde se iba Marinette, aquella salida hizo que Sabine también saliera del departamento, dejándolo a solas con Tom.

El rubio tragó grueso cuando vio como éste dejaba el control. Ya veía venir su muerte o el discurso sobre que no era suficiente para su apreciada hija. ¿Sería que hasta ahí iba a llegar el buen ambiente?

Detrás de la SonrisaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora