Capítulo 4

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31 de octubre de 2022.

¡Hola! Soy Martín otra vez. Me pasaba para saludaros y hablar con vosotros un rato. Ah, bueno, ya habéis visto cómo muere Haizea. ¿Qué os ha parecido? Desagradable, ¿verdad? Pues no habéis visto nada.

Y sinceramente, Haizea era una tía de puta madre. Era del País Vasco y se mudó hace unos tres años a Madrid por un trabajo que consiguió su padre. En su primera semana de insti ya se hizo súper amiga nuestra y fue una más del grupo.    

Todos nos llevábamos súper bien con ella, pero Rosa, sobre todo, desarrolló un vínculo mazo grande con ella. A ver, que os veo venir. Sí, para satisfacer vuestra curiosidad, las dos son bisexuales. Bueno Haizea era, pero no se gustaban ni nada. Eran amigas. Ya está.

Total, que Rosa lo pasó fatal con su muerte. Y no quiero ser malo, pero para sorpresa de nadie, se refugio aún más en el tabaco y el alcohol. Vale que Rosa era dos años mayor que nosotros (había repetido dos veces), pero tenía diecinueve años. Mucha gente diez años mayor no había pasado ni la mitad de lo que había pasado ella a su edad. Así que no la juzguéis por lo que hace, porfa. Todos la intentamos ayudar.

Ya me estoy yendo por las ramas otra vez. Y no os riais, que esto es una historia de miedo, no de comedia (bueno, depende de para quién). Habéis escuchado ya el nombre de el Hada de los Dientes, así que es normal que queráis saber qué cojones es eso y qué tiene que ver con nosotros. Así que me parece un buen capítulo para contaros un poco más del tema. Ah, y no es por nada, pero en este capítulo aparece Fer (sí, el tremendísimo y guapísimo Fer).

Un momento, dejadme unos segundos para que me vuelva a meter en el mood creepy, misterioso y de terror, y seguimos con la historia. Acordaos, 31 de octubre de 2022. ¡Leed las fechas!

***

No sé qué mosquito le había picado a Julia, pero ella no era de las que daban el primer paso a la hora de pedir perdón. No me malinterpretéis. Me alegré muchísimo de que esto se fuese a arreglar, de que Rosa y Julia hiciesen las paces, y de que todos fuésemos a estar bien como antes. Como un grupo. Pero primera vez que veía a Julia hacer eso. Supongo que Rosa era más importante para ella de lo que yo creía.

No os voy a mentir. Julia nos había avisado de la fiesta hacía dos días y, desde entonces, invertí todo mi tiempo en buscar el disfraz perfecto. Quiero decir: Fer iba a estar allí. Y a ver, no es por ir de subidito, pero llevo haciendo natación prácticamente toda mi vida y, aunque suela llevar ropa ancha para no marcar mi cuerpo, tengo mucho de lo que alardear.

En mi defensa diré que podría haber sido tan básico como para elegir el típico disfraz con pantalones de cuero negro, arnés en la parte de arriba y un par de alas negras de demonio. Pero, en su lugar, me disfrace de Ghostface. Si, una versión porno de Ghostface, lo admito.

Llevaba unos pantalones negros y anchos, con muchos bolsillos; una capa negra y la típica máscara del asesino. Ah bueno, y un cuchillo de carnicero. De plástico, claro. Y no, no llevaba camiseta.

Cuando llegué a casa de Julia, Haizea y Rosa ya estaban allí. Para mi sorpresa, estaban las tres hablando muy animadamente, como si no hubiese pasado nada. Julia iba disfrazada de Marilyn Monroe (me cago, qué miedo), Haizea de Taylor Swift (no haré el mismo comentario que antes porque estaneamos a Taylor Swift, así que un 10) y Rosa de la niña de The Ring.

—Martín, ¡ya estas aquí! —exclamó Rosa, alegre por verme—. Coge un poco de vodka con limón, que lo ha preparado antes Haizea y está riquísimo.

Eché un rápido vistazo a la casa y pude ver el esfuerzo que había hecho Julia por decorarlo todo. Había calabazas por todas partes, dibujos de fantasmas colgados por todo el techo y diferentes snacks súper spookys. Incluso había apagado todas las luces de la casa para encender las tenues luces led que tenía repartidas por el techo.

El Hada de los Dientes (en pausa, continúa en octubre) Where stories live. Discover now