PRÓLOGO.

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 Espero que esta historia que les contaré no les parezca el típico cliché al que estamos acostumbrados, y si lo es quiero pedirles perdón de antemano. Dicho esto, quisiera presentarme; Soy Harriet Barket, tengo treita años de edad, aunque muchos de mis conocidos dirían que soy bastante aburrida, así que se los dejo a su criterio.

Soy la menor de dos hijas, la verdad es que no me llevé bien con mi hermana hasta que esta fue a la universidad, quizá porque mi madre hizo que nuestra vida juntas fuera una mutua competencia que al pasar de los años dejé de darle importancia, pero puedo decir que en la actualidad me llevo muy bien con mi hermana April, realmente agradezco tenerla en mi vida, aunque no todos la toleres por ser señora perfecta.

Con respecto a mis padres, bueno, ellos son divorciados desde que tengo siete años de edad, mi madre, Anna, es una gran mujer, no voy a mentirles con eso, es dueña de algunas sucursales de ropa aquí en New York. Mientras tanto mi padre, Nathan, ha sido un padre espectacular, es tan buen hombre que no entiendo porque mi madre se separó de él, lastimosamente nunca supe esa parte de la historia, él es ingeniero civil y actualmente se encarga de supervisar los proyectos.

Personalmente siempre me llevé mucho mejor con mi padre, y de pequeña buscaba constantemente cualquier excusa para quedarme con él, ya al llegar a la adolescencia pude irme a vivir con él y ha sido de las mejores decisiones. Con él nunca me faltaba comprensión, es paciente, sincero incluso ha sido mucho más cariñoso de lo que mi madre pudo serlo, y sí, a pesar de que odie a los hombres amo a mi padre, así fue como en mi niñez y adolescencia mientras mi madre velaba por su hija perfecta la cual cumplía siempre todas sus expectativas yo era feliz siendo la niña de los ojos de mi padre.

Ahora vamos a la parte trágica de mi vida, sé que mueren por eso. ¿Qué puedo decir al respecto? Estuve en una relación desde que tenía diecinueve hasta los veintiséis años, me enamoré tan joven que pensé que nuestro amor duraría por siempre, que podría con toda tempestad, y a pesar de saber que él tenía muchas fallas como personas quise quedarme allí. Sin embargo, cuando los años fueron llegando a muestra relación vinieron muchas dificultades también y la mala comunicación que teníamos no ayudaba en lo absoluto, aun así, seguía creyendo que el amor podía con todo, pero no era más que un pensamiento estúpido e ingenuo de mi parte. Después de nuestro compromiso y mucho antes de que empezara la desgracia, decidimos a intentar quedar embarazada, pero cuando nos dimos cuenta que yo era infértil la relación terminó de fracturarse, y aunque mi casi esposo Daniel me había prometido estar conmigo en medio de cualquier circunstancia no fue obstáculo para traicionarme, haciéndome vivir engañada por muchísimo más tiempo del que puedes creer, y así fue como el día de nuestra boda prefirió no aparecer por irse con su amante, nunca más volví a saber de él.

Aun así, puedo decir que no estuve sola en todo ese proceso de duelo, porque eso fue, un duelo. Mi mejor amiga, Peyton siempre estuvo para mí, incluso en las veces que no quería a nadie conmigo ella permaneció, al igual que mi secretario y prácticamente mejor amigo Theo. Aunque muchos no estuvieron de acuerdo con mi manera de lidiar con todo lo que había vivido pude reconstruirme y salir adelante, era agradecida por lo que tenía, y a pesar de que no haya triunfado en el amor logré triunfar cumpliendo mí sueño de volverme una escritora famosa en la ciudad y estaba satisfecha con eso.

Aunque de vez en cuando sentía envidia al ver personas tan completas y felices a pesar de las malas experiencias o situaciones por las que pasaban yo no quería aceptar que no había terminado de sanar, había algo que me impedía continuar, y esto no me había permitido ver la vida como un milagro o una gracia de Dios, y aunque escribiera hermosas historias yo no soñaba despierta, y no me interesaba en buscar el final feliz en la mía. Simplemente dejé de darle importancia a cosas con las que cualquier otra persona anhelaba, porque estaba segura de que no todos estamos destinados a muchas cosas, pero ahora me doy cuenta de que estamos destinados a alcanzar la felicidad ¿Quieres acompañarme a descubrirlo? 

Mi pequeña Aventura (Parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora