MARLEN

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extra 4




5 años después.


— Ahí van otros mil euros.

Helen rió. — Te dije que no tenía la pinta de una yegua veloz.

— Pero es hermosa y muy imponente.

—Tú también lo eres cariño y eso no te hace una buena corredora. — Besó a su prometida. — Vayamos por esa foto, no quiero perder el tour.

Bajaron las gradas, mostraron sus paces al personal de seguridad y accedieron al área donde se encontraban los corredores. Avanzaron entre besos buscando a Luna cuando un tipo se cruzo en su camino.

—¿Buscan a alguien señoritas? ¿Un prospecto para cenar?

Margot lo vio con desdén. — Somos lesbianas no ciegas.

— ¿No puedo ser el arnés? — Sonrió coqueto recibiendo un rodillazo en la entrepierna, alertando a algunas personas.

— Con esa actitud dudo que algún día toques algo más que ese ridículo y flácido pene. No te nos vuelvas a acercar.

Siguieron su camino estallando en risas por la escena, no tenían muchos momentos incómodos en público por su relación pero decidieron que cuando tuvieran uno aprovecharían la oportunidad para sacar el estrés acumulado.

Encontraron a la yegua que las había cautivado y se acercaron con el amable corredor, charlaron un poco antes de tomarse las fotos. Salieron del lugar para tomar un taxi que las acercara al centro, se bajaron para caminar hasta que encontraron el punto de reunión acordado en el folleto.

Una fila de autobuses de dos plantas esperaban que las masas subieran. Pagaron sus pasajes con el chófer y se acomodaron en la parte superior para disfrutar del clima fresco.

— ¿Crees que nos lleven a un museo?

La pelinegra hojeo el folleto. — Nop. Solo menciona algunos monumentos ¿quieres que vayamos a uno después?

— No corazón, mejor vamos mañana. Ya estuvimos mucho tiempo de pie.

Disfrutaron del recorrido escuchando atentamente las palabras del guía, felices bajaban para hacerse fotos en los lugares que les parecían bonitos y con los monumentos, la gente las veía enternecidas por su interacción. De vuelta en el centro buscaron un restaurante para comer algo, todos los platillos eran atractivos por lo que no pudieron evitar varios para dividirlos, caminaron hacia el departamento por lugares que no habían recorrido encontrándose con una heladería artesanal, Margot no pudo resistirse.

— ¿No ves si tienen de zarzamora?

Helen se asomó al mostrador fallando en distinguir las pequeñísimas letras, al no haber muchos helados morados supuso que alguno de los dos que vio eran el preferido de su chica. — Hay dos con el tono, deberías preguntar para estar seguras antes de que te sirvan.

— Lo haré, espero que sí sean porque no quiero de chocolate otra vez.

Avanzó la fila dejándolas al frente, la pelinegra corroboró los carteles antes de pedir. — Un cono grande con dos bolas de zarzamora con queso y dos de zarzamora natural, por favor.

La castaña menos partidaria de lo dulce pidió un vaso mediano de nieve de limón.

Saboreando el snack continuaron su camino hasta llegar al edificio, entraron a un par de tiendas más donde compraron antigüedades que no necesitaban pero lucirían increíbles en casa y en la de la familia Lecter - Graham. Un perezoso noodles las recibió ronroneando feliz de verlas después de tanto tiempo, revisaron la hora para cambiarse la ropa ya sudada por sus pijamas sueltas y así descansar un rato.

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