⇜Capítulo 20⇝

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El hombre vestía un traje color gris, su contextura era grande, lo que dejaba en evidencia que se trataba de un alfa. Su cabello era rubio y a pesar de que Damiano no lo conocía, su rostro le parecía sumamente familiar. Este lo miraba con una leve sonrisa, una que pudo transmitirle calidez al omega. Frunció el ceño ante la emoción que sintió en su pecho, una sensación de inquietud se instaló en su garganta, aunque no era molesta, sino inusual.

Volteó hacia Camille y esta le estaba sonriendo, por lo que agachó la mirada y cerró los ojos. Fue incapaz de reprimir el recuerdo de la especie de cábala que tenía junto a Zayn cada vez que participaban de un concurso.

«Zayn miró a Damiano y se posicionó delante de él.

—¿Estás listo, amore?

—Siempre —asintió con una gran sonrisa que le robó una más grande al alfa.

—Te amo, piccolo —dijo con dulzura acariciando el dorso de la mano del omega».

—Te amo —susurró el italiano en voz alta ante ese recuerdo que necesitaba para tomar coraje; el recuerdo de su alfa, el gran amor de su vida.

—Damiano. —La voz no le resultaba conocida, sin embargo, el omega volteó de inmediato hacia el hombre que acababa de llamarlo, sintiendo la premura de corresponderle.

Su mirada se encontró con el joven que había llegado último. Este lo observaba con la misma cálida sonrisa que le había dedicado anteriormente.

—¿Qué canción bailarás? —cuestionó con un bolígrafo en su mano.

Chandelier de Sia —respondió con un poco de dificultad al percibirse repentinamente encantado con la voz de aquel joven. No comprendía lo que le estaba sucediendo, por lo que volteó nuevamente y batió las pestañas.

Miró por último a Camille quien asintió con una sonrisa y la música comenzó a sonar, tenía un minuto y medio de canción modificada exclusivamente para la audición y en cuanto sonó el primer tiempo Damiano comenzó a bailar.

La melodía parecía haberlo abrazado y él sin duda, se había aferrado a ella. Camille tenía razón, había bailado tantas veces esta canción junto a Zayn que, después de tantos inviernos, aún podía sentir el toque de su alfa en sus brazos, en su cintura meciéndolo de un lado hacia otro, el delicado roce de sus yemas en su piel  todavía logrando erizarla a causa de un anhelo que jamás podría borrar de su corazón, puesto que recordaba vívidamente cada recuerdo con Zayn, su alfa, quien le había enseñado a amar, su primer hombre, su primera vez. Lo amaría siempre, pasara lo que pasara.

Evitaba mirar hacia el jurado ya que eso lo pondría más nervioso, además, había decidido no contar los tiempos, sino disfrutar de la melodía haciéndose una con ella y continuar recordando las risas de su alfa mientras bailaban, las miradas cómplices y las caricias sugestivas. Debía superarlo, pero en ese momento, con esa canción, necesitaba sumergirse en su dulce pasado de amor.

«—Cumpliremos nuestros sueños, piccolo —aseguró susurrando en el oído del omega—. Y lo haremos juntos.

—A dónde tú vayas, yo iré —declaró Damiano.

—Tu lugar está a mi lado, amore».

La canción llegaba a su final y Damiano se preparaba para los últimos pasos, los cuales hizo limpios y a tiempo. Terminó la coreografía tal como había comenzado y agachó delicadamente la cabeza. El silencio se impuso luego de que la melodía callara también y debió levantar la cabeza luego de unos instantes en los que no escuchaba nada, llegó a preguntarse si acaso se encontraba solo en el recinto, sin embargo, de pronto los aplausos de Camille llenaron el lugar haciendo que volteara hacia ella, solamente para ver las lágrimas cayendo de sus mejillas mientras intentaba sonreír y contener los sollozos. De inmediato, llevó la mirada hacia el jurado y percibió algunas miradas serias y otras llenas de emoción, excepto la del joven de traje, él lo miraba lleno de orgullo, lo que causó que el italiano sonriera y llevara su avergonzada mirada hacia Camille.

El Camino a casa [II]Where stories live. Discover now