⋆ ★ ii. a "fairytale"

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──c h a p t e r  2──
╰┈➤ Un "cuento de hadas"

*ೃೀ──c h a p t e r  2──╰┈➤ Un "cuento de hadas"

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¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ a ella?

Esa pregunta permanecía grabada en su memoria desde hacía una semana. Ya pasaron 7 días desde que el doctor le reveló la gran sorpresea, tenía leucemia y moriría pronto. Perfecto, ¿verdad?. El hombre ya le dijo de qué trataba la enfermedad y si había algún otro familiar que haya sufrido de esta por igual. Ella, ni enterada, descubrió que su abuela padeció de la misma clase de leucemia antes de morir.
¿Cómo? Ella siempre se mostraba fuerte y sana, incluso jugaba con Keyla a las escondidas todos los días. Jamás la vió cansada ni muriéndose por mareos a cada minuto como ella.

Ay, su querida abuela. Tan bondadosa y de un carácter fuerte. La extrañaba demasiado.

El miedo era tanto que, en esos momentos, extrañaba a su vieja abuelita, quien siempre sabía como calmarla en situaciones de temor y ansiedad.

[FLASHBACK]

Relámpagos azotaban las ventanas y una luz blanquesina iluminaba la habitación cada dos minutos. El sonido estridente de los truenos asustaban a la pequeña niña de siete años que se escondía en el regazo de su abuela.

—No llores, mi pequeña guerrera. ¡Eres fuerte! ¡Tan fuerte como el mismísimo Heracles!

—Abuelita, tengo miedo... —sollozó la jovencita mientras se aferraba más a la mujer mayor—. ¡Quiero a mi mamá!

—Mi cielo, ella ya no está. Se fue de vacaciones para siempre, junto a una conocida. Pero yo sí estoy acá. Ven, te contaré una historia.

—¿C-cuál? ¿Cóm-mo se llama?

—No te diré hasta que dejes de llorar.

Esta no es la más sana de las técnicas, chantajear a tu nieta no es bien visto, pero con ella funcionaba. Su abuela era la mejor cuenta-cuentos que existía. Keyla sería capaz de venderle su alma a Lucifer si así podría escuchar otro cuento de la mayor en estos días.

La pequeña detuvo su llanto, aún teniendo problemas para respirar correctamente, pero al menos estaba más calmada.

—¡Así está mejor! ¿Ya quieres oír la historia?

—¡Sí!

—Okay. Hace mucho, mucho tiempo, había un...

—¡Eres una tramposa! ¡Dijiste que me dirías el nombre del cuento si dejaba de llorar!

—Ups. Ay. Perdón, mi pequeña guerrera, lo olvidé. Bueno, el título es... uy, es que no tiene.

—¡¿Qué?! —la niña frunció el seño de manera tierna y graciosa, como si acabara de ver a un pajarito amigarse con un gato.

𝔏𝔬𝔫𝔤 𝔏𝔦𝔳𝔢; 𝔖𝔞𝔫𝔡𝔪𝔞𝔫Where stories live. Discover now