DELIRIO (Tercera Parte)

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Claudicó, pues sabía que no era momento de preguntas que iban a resultar baldías, no al menos por el momento. Su prioridad era descubrir cómo lograr llegar a Ciudad Alta sin que nadie los viera de aquella guisa, cruzar el puesto de guardia sin que a estos les llamase la atención que sus vestiduras fueran de corte indigente y estuviesen teñidas de rojo borgoña. Dado que consiguieran encontrar una razonable explicación para aquellas nimiedades y no fuesen llevados directamente a la celda más profunda de Institución (Una prisión dedicada especialmente para retener a los elementos más psicóticos y sanguinarios que pululaban en aquellos aciagos tiempos) tendrían que atravesar gran parte de Ciudad Alta y lograr llegar a Palacio sin ser vistos. «Toda una aventura al cadalso» adivinó mientras aferraba fuertemente a Varsuf del brazo y tiraba nuevamente de él para que siguiera andando.


―Oye Kumar ―dijo en un momento dado transcurrido un rato. ―¿Tienes idea de cómo vamos a lograr alcanzar Palacio sin tener que contestar a incomodas preguntas?


Este paró de nuevo cerca de una esquina y oteó hacia ambos lados, con su atención puesta en los oscuros callejones de sus alrededores, ignorando sus palabras hasta exasperarlo, finalmente respondió con un simple.

―No tema.

Se quedó mirando su espalda con intenciones asesinas «¿Que no tema dices?» Hacía ya un buen rato que habían franqueado aquel punto, dejándolo muy pero que muy atrás. ¡Habían sucedido demasiadas horrendas emociones para un escueto (No tema)!

 

―¡¿Se puede saber qué tipo de respuesta es esa?! ―Preguntó exacerbado. ―Estamos metido en un aprieto de dos pares de cojones por tu culpa ¿Y lo único que se te ocurre decir para tranquilizarme es eso?


―No tiene de que preocuparse, le puedo asegurar que lo tengo todo bajo control, señor.

Contempló el variopinto trió que formaban, las apariencias que reflejaban y el oscuro callejón en el que se encontraban, luego observó a Varsuf en su abstracción. El hombre tenía un extraño concepto del control.

―No sabes cuan tranquilo me dejas. ―retrucó segregando veneno con cada una de sus palabras. ―Aunque a costa de que pienses que soy algo desconfiado contigo, he de confesarte que estaría bien que nos contaras tu plan, solo por esta vez; si es que existe alguno, claro. En todo caso si no me equivoco, creo que vamos en la dirección opuesta por si no te percataste aún, Palacio se encuentra al sur de nuestra posición.


Esperó pacientemente hasta que este le contestara, mientras, el canto de los grillos rompió la quietud general, un ocioso gato pasó raudo por delante mientras era perseguido de cerca por un famélico chucho que ya andaba en las últimas, un grajo graznó en la oscuridad por encima de uno de los tejados de la calle. Siguió esperando una respuesta.

―Hace ya un tiempo que conozco de la existencia de varios pasos subterráneos que atraviesan esta ciudad de par en par. ―Le confesó finalmente. ahora mismo nos estamos dirigiendo a uno de ellos que nos llevara directamente a Palacio. ―Tras girarse y contemplarlos unos instantes satisfecho, concluyó. ―Ya lo verá, estoy seguro que con el tiempo recordará lo ocurrido durante esta noche como otra simple anécdota más.

«Dudo que vaya a olvidarlo en lo que me resta de vida»


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