DELIRIO (Tercera Parte)

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Mientras recorrían el camino de vuelta a casa, sumidos en un silencio que hablaba por sí solo, y trastabillando cada pocos pasos aún afectados por la conmoción, intentó no hacerse más preguntas de las necesarias. Por delante los guiaba Kumar, silbando una alegre melodía mientras se adentraban más por los sinuosos callejones con total despreocupación. Nadie llegaría a vaticinar que acababa de liquidar a dos tipos tan solo hacía unos pocos instantes. Varsuf por otro lado, aún no se había recuperado del sobresalto inicial, en realidad, dudaba que fuese a conseguirlo ni en las horas venideras. Por lo tanto y pese a las reticencias, tan solo quedaba él medianamente cuerdo para cuestionarse cómo habían acabado de aquella manera.


Había comenzado el día con muy mal pie, asediado por horrendas pesadillas y por tediosas miradas de disconformidad, le resultaba paradójico pensar que estas eran balsámicas si las yuxtaponías ante una realidad tan visceral como la que acababan de experimentar. Sinceramente, comenzaba a pensar que no era casualidad que sintiese aquel molesto hormigueo en la boca del estomago desde bien entrada la mañana, la sensación de malestar que anticipó su cuerpo con anterioridad, le hizo sospesar de que no solo se trataban de simples paranoias suyas. Tiró de Varsuf para que siguiese caminando a su costado, ya que cada poco rato se paraba observando hacia todos lados, embobado como una res en una feria de ganado. ¿Era posible que su cuerpo tuviera la capacidad de avisarle con antelación cuando las cosas se iban a poner comprometidas? Tras darle un sinfín de vuelas, no encontró ninguna elucidación que lo convenciera lo más mínimo de tamaña estupidez.


Por otro lado el proceder de Kumar, no dejaba de ser perturbador en todos los sentidos, era como si no hubiese pasado nada en absoluto para él. Obviaba la carnicería que acababa de dejar atrás como si fuera de camino a un maldito festival. La verdad, no sabía que lo desconcertaba más, si esa fría y sádica faceta que había aflorado en él, o la inverosímil razón por la que fueron asaltados instantes antes en aquel callejón. Era un misterio que tenía intención de resolver, aunque desde luego no en aquel momento.


De pronto Kumar paró en seco al llegar al final de una de la calles, junto a uno de los muchos almacenes que habían surgido después de las revueltas iniciadas varias semanas atrás en los Distritos. En el cartel se podía apreciar que ponía «Transportes La Prosperidad. Envíos y recogidas de todo tipo. Nuestro servicio es su mayor garantía» No hubo tiempo de asimilar lo sarcástica que resultó aquella oración en aquellos instantes, pues Kumar les hizo un gesto para que se apegaran a una de las paredes del edificio, urgiéndoles a que guardaran silencio a su vez. Aguantó la respiración hasta que sintió como se ponía morado igual que una uva de buena viña, su cuerpo adquirió la rigidez de un cadáver, estaba aterrorizando de que pudiera tratarse de una de las patrullas nocturnas y los descubrirán deambulando por los Distritos bañados en sangre ajena. «Estamos acabados» logró pensar mientras el nudo de sus tripas se hacia una bola de inquietud. Para su sorpresa, después de unos pocos segundos de inanición, en los que tan solo pudo oír sus agitados corazones retumbando en la oscuridad, este finalmente concluyó que podían reanudaran la marcha de nuevo. «¿Qué demonios te ocurre?»Estuvo a punto de chillar.

Contempló su espalda mientras seguían sus pasos renqueantes, a la par que se preguntaba quién sería en realidad el hombre con el que había convivido con él durante aquellos meses. Su manera de moverse por los Distritos con la cautela de un gato al que acaban de apalear, sus movimientos estudiados y comedidos, más su indolencia frente a una situación tan aberrante como la que acababa de protagonizar, denotaba que no era un simple guardia malhablado e ignorante sacado de algún sucio tugurio de la campiña. ¡Ni nada remotamente parecido. Más bien evidenciaba que había recibido algún tipo de adiestramiento militar. «¿Quién diablos eres?»

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