Parte única

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Camila representaba el ideal griego de belleza. Tenía una cara simétrica, un cuerpo macizo, el pelo castaño y una inteligencia envidiable.

Nos encontrábamos acostadas en el pasto de una pradera en el sur. Tenía mucha confianza en ella, podíamos hablar desde las cosas más banales e insignificantes, a los temas más profundos. Al fin y al cabo éramos mejores amigas.

A ella le encanta la música clásica, al igual que yo. No mucha gente tiene el placer de escucharla en estos días.

La música me transportaba a otros lugares, me hacía imaginar cosas imposibles. Mi cabeza casi no podía con toda la perfección que los violines me brindaban.

Cuando Camila prendió su celular me paso uno de los audífonos. Me sumergí en un mundo de belleza.

Imágenes de Camila venían a mi mente en sincronía con Invierno de Vivaldi.

Camila, tan perfecta como la divina Afrodita. Afrodita, que seduce, que encanta y tiene belleza infinita.

Afrodita, que bajó del Olimpo para amar a los pobres y lujuriosos mortales.

Oh, bella afrodita, lentamente estoy cayendo por la culpa de tus encantos. ¿Qué te hace fijarte en esta mortal sin valor alguno?

Camila, me estas tentando, me estas capturando. Eres el único pensamiento que ronda día tras día en mi cabeza.

Imaginaba como los contundentes brazos de Camila rodeaban mi menudo cuerpo. Como un impulso eléctrico recorría mi piel con tan solo pensarlo.

Y de pronto, algo ocurrió. Algo que me alejó abruptamente de aquel pensamiento.

La mano de Camila irrumpió mi pensamiento de ensueño. Incrédula, miré lo que estaba pasando, para asegurarme que fuera real. Tomó de forma delicada mi mano, aferrándola con ternura, con dedicación. Nuestros dedos estaban entrelazados, y ella me transmitía calor. En ese motivo me sentí completa y feliz.

De improviso, Camila acerco su cabeza más cerca de mí. Sus mejillas obtuvieron un color rojo vivo, y en la cara se podía distinguir una cálida sonrisa, mientras sus intensos ojos se posaban sobre los míos.

Conforme la música avanzaba, calzaba perfectamente con los latidos de mi corazón. Se acercaba el crescendo y yo ya no podía resistir la mirada de afrodita sobre mi.

La otra mano de Camila descansaba sobre mi cara, acariciándome para después cumplirse uno de mis mas preciados deseos.

¡Oh, afrodita, no merezco esas caricias que me proporcionas!

Fue cuando me besó por primera vez. El crescendo de invierno resonaba en nuestros oídos, mientras nuestros labios se fundían como uno solo.

La música dejó de sonar, y estábamos en silencio. La sonrisa de Camila parecía iluminar el lugar. El cielo se había vuelto mas claro, y un rayo de luz se coló por entre las nubes.

¡Realmente eres divina, Camila!


Afrodita ❀ Yuri/LésbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora