Libros

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Este día y el de ayer me hacían mucha ilusión escribirlos

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Este día y el de ayer me hacían mucha ilusión escribirlos. Espero les guste uwu

POV: Michael

Alguna vez tuve lo que muchos buscan. Tuve un ejército, más poder que cualquiera, un palacio y hasta un trono; Hermanos que estaban dispuestos a seguir mis órdenes sin ningún pero. Fui el hijo favorito de mi padre, el mayor de los arcángeles. Era feliz porque lo tenía todo, envuelto en una manta de mentiras.

Padre fue cruel, creando otros yo que hicieran lo que quisiera. Cumpliendo sus fantasías más dementes solo por su diversión. Fui un títere más, al que jalan los hilos cada que su aburrimiento volvió.

Desde que supe la verdad, hubieron dudas, inseguridades y... muchas de ellas recaen en él. El chico, Adam.

¿Estuvimos destinados a encontrarnos, al trato, a nuestra relación? ¿Qué tanto de esto fue para el disfrute de Chuck? La pregunta que más me pesa es ¿Adam me ama porque quiso hacerlo o fue por el bien de la trama en el cuento de padre?

Las respuestas que yo mismo me doy suelen ser desalentadoras, casi siempre centrándose en un sí. Yo mismo recuerdo la maldita frase que le dio a la humanidad a través de sus profetas: los tiempos de Dios son perfectos. Como odio esa frase, casi tanto como Dios obra de maneras misteriosas.

Para él somos diversión, seguramente una historia de amor paralela a cualquiera de sus humanos especiales.

Esos pensamientos recurrentes envenenan mi mente, hasta que lo veo. Lo veo sonriendo, hablando, viviendo, existiendo. Sé que lo adoro como lo hago porque quiero hacerlo y cuando él me ve, en sus ojos puedo ver que también lo hace. Todo se vuelve claro con una caricia íntima entre él y yo.

Muchas veces, esas dudas tan estúpidas se convierten en: ¿cómo fue que un humano se volvería el centro de mi todo? Por él, haría que mi ejército peleara con quien fuera. Él cielo sería suyo con solo pedírmelo. La tierra estaría a sus pies solo con un chasquido de dedos. Y él lo sabe, claro que lo sabe. Sabe todo lo que haría por él y simplemente calla.

Humilde, modesto. Perfecto.

Lo veo, recostado en la cama, leyendo uno de los tres libros que compré para él hace más de una semana. Tres libros que se centran en vidas de médicos, atrapándolo entre sus páginas.

Está concentrado, curioso, interesado. Sonriendo como si quiera estar dentro de las historias de Oliver Sacks con sus pacientes.

Acaba de despertar, como si la noche anterior hubiera dormido lo suficiente, con el cuerpo aún desnudo y cubierto con las sábanas de su cama. Es media tarde, aún no tenemos luz eléctrica y apenas y se ilumina con la luz de la vela que trajo a la habitación.

Alza la vista del libro y me ve. Sonríe con cabellos revueltos y ojos de sueño.

-¿Qué pasa?-pregunta sin despegar la mirada de mí.

-Nada.-hablé con la voz aun grave después de despertar.-Solo... Me gusta verte.

Ríe a la vez que su cabeza se mueve en negación. Vuelve su mirada al libro y continúa con la lectura y yo, observando. Memorizando este momento.

Poco a poco se acerca a la vela, mientras su vista se entrecierra para leer.

-¿Pasa algo?-pregunté al verlo incómodo.

-Es difícil leer con poca luz.

Como una reacción automática, mis dedos chasquean. Las luces vuelven a funcionar, junto con las demás cosas del apartamento. Mi pecho se hincha de orgullo al saber que yo sacie sus necesidades.

Adam me ve, con esa cara que pone justo antes de sus sermones.- ¿Podías hacer esto ayer?

-Sí.

-¿Por qué no lo hiciste?-Pregunta ¿Cómo es que no lo sabe?

-No me lo pediste.-respondí tranquilo. Adam cambia de expresión. Ambos hemos aprendido a tenernos paciencia uno al otro.

-Tienes razón.-cierra el libro para dejarlo en el mueble a lado de su cama.-Iré a ducharme, ¿está bien?-asiento levemente.-No vayas a espiarme.

Busca sobre su cama algo de su ropa de ayer antes de salir de ella. Aun después de conocer cada milímetro de su cuerpo, se siente tímido para mostrarlo. Como si no le importara avergonzarme cuando menciona lo que hacemos.

Es irónico, contradictorio. Es humano. El más bello de los humanos.

A pesar de lo que me pidió, me levanté de la cama para abrir un poco la puerta del baño. La cortina lo sufre mientras el agua se desliza por su piel.

El tiempo pasa a prisa. La regadera se cierra después de minutos, saliendo con una toalla en la cadera y otra con la que va secándose el cabello.

Ahora está desvestido, viéndose frente al espejo. Sus manos pasan, apenas con la punta de sus dedos, por su pecho acariciando suavemente hasta su abdomen. Sube su mano de nuevo hasta su cuello, sin despegar su mirada del espejo.

Se da la vuelta, viendo su espalda, tratando de tocarla pero débilmente puede alcanzarla. Simplemente se observa.

-¿Disfrutándote tú solo?- mi voz sale en una pregunta que busca más que saber la respuesta. Espera una invitación.

Adam se sonroja y baja la mirada. Sabe que lo encontré en un momento íntimo pero no parece importarle.

-no, solo quiero saber qué es lo que ves en mi cuerpo que te gusta tanto.-responde dándome la espalda, listo para cambiarse.

-Podría decirte, pero prefiero seguir viendo cómo buscas la respuesta.- Adam ríe tomando una camiseta mientras me arroja la toalla que antes llevaba en la cintura. Inhaló profundamente de manera sigilosa mientras voy quitando la de mi cara.

Huele a él, al jabón, pero entre notas aún sobresale su aroma.

-pervertido.- responde mientras sale de la habitación vestido lo suficiente para estar en casa. Sé que no le molesta, lo ve divertido y hasta cierto grado erótico.

En otra ocasión, con otro humano por otro momento esto jamás hubiera cruzado por mi mente. Pero Adam... Adam es la excepción.

Los ángeles no somos como los humanos. No sentimos, no deseamos, no esperamos ni buscamos a alguien. Simplemente existimos, esperando a que Dios nos dé una orden.

Nunca supe que era el placer hasta que lo experimente con él; nunca supe que era ser feliz o morir de celos hasta que sentí su calor y quise que fuera el único dueño. Nunca creí poder experimentar la mitad de las cosas que él me ha mostrado y, a pesar de ello, aquí estoy amando cada momento a su lado.

Amando su cuerpo entero, su placer y sus sentimientos. Amando su humanidad, sus pensamientos y defectos. Amando la manera que lee, en la que duerme, en la que ríe.

Amando a Adam Milligram.

Dia 5: libros

Hasta la eternidad (Midam Week)Where stories live. Discover now