Una historia que busca dar #humor.
Historia cancelada🗣️
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La oficina estaba a oscuras, ella temblaba bajo una de las mesas, con el corazón a mil y lágrimas bajando por sus mejillas rosadas, el teléfono se sostenía en su oreja, con ayuda de su mano temblorosa.
Ella oía lo que estaba sucediendo fuera de la habitación, hombres destruían toda la torre de los vengadores, guardando las cosas valiosas en sus bolsillos y buscando a la niña que sus jefes querían.
–Fue buena idea hacer explotar varias bombas en los orfanatos, estos idiotas estarán por horas allí –al oír aquello ella supo que todo había sido una trampa, todo para llevársela, para destruir –. El jefe la quiere viva, búsquenla así tengan que romper cada puto ladrillo de esta torre.
Tapó su boca, asustada, rezando porque la energía volviera y pudiera comunicarse con su padre o Tony.
Pero ellos habían destruido todo, las bombas habían dejado sin energía a la mitad de la ciudad y las líneas telefónicas estaban muertas, el internet era nulo. Estaba segura de que estaban interfiriendo en todo.
–Por favor papá, contesta –pidió al teléfono, mientras su cuerpo temblaba, en cualquier momento entrarían a esa oficina y la verían. Se la llevarían.
Sin más remedio, tomó uno de los cascos sobrantes de la armadura de Tony, intentó llamar a viernes, pero nada. Movió sus dedos temblorosos por los circuitos de allí, hasta que supo que la máscara estaba grabando.
–Soy Felicity Parker, es el tres de enero del dos mil veintiuno, mi ubicación es- es –su voz se quebró y en la pantalla se podía ver su rostro empapado por lágrimas, sus manos temblando, no dejaban la cámara quieta– es en la torre de los vengadores, Hydra acaba de entrar a las instalaciones, derribaron a Happy, los guardias están muertos, me están buscando, qui- quieren llevarme.
En sus ojos, se vio el miedo reflejado ante sus propias palabras.
–Van a secuestrarme, no sé a dónde me llevarán. Papá, mami, Tony, los amo, búsquenme, por- ¡AH! ¡NO!
La máscara cayó al suelo y solo se podía ver los pies de ella intentando luchar contra el hombre que la sostenía por el cabello.
–¡Aquí está!, ¡encontré a la pequeña!
Los hombres comenzaron a llegar, ella peleaba, lanzaba telarañas, rompió más de una nariz, pero ellos eran más grandes y muchos más.
–¡Suéltame! –gritó, cuando el hombre vio la máscara, se oyó su risa y luego su rostro asqueroso se vio en la cámara.
Su sonrisa triunfante se vio, y dejó la máscara en las manos de uno de sus compañeros.
–La tenemos, Stark, la tenemos, hombre araña. Tenemos a su pequeña.
–¡No! –gritó ella otra vez cuando el hombre golpeó su mejilla con una fuerte cachetada.
–Cálmate, pequeña perra, serás para el jefe –acarició el rostro de la rubia, que lloraba en silencio– luego disfrutaras de mí y de todos ellos.
