7. B3

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BRENDAN, EL PSICÓLOGO

    Al entrar en la habitación de Breena con las intenciones de dedicarle las felicidades por su cumpleaños y tratar de proporcionarle un poco de cordura para sobrepasar este día, me lleve la sorpresa de que no estaba, en cambio sí una nota.

    El día de revelar la verdad estaba comenzando.

    Fui al rio Dorcha, al no encontrar a nadie exploré los lugares y encontré una edificación grande casi en ruinas, de ella emanaba un olor a pudrición demasiado desagradable.

    Entre lo más sigiloso que pude. Del techo colgaban jaulas con el espacio perfecto para albergar a una persona. En la parte atrás habían unas repisas con órganos humanos y en las otras una gran colección de cabezas humanas.

    No me sorprendió nada el lugar. Al leer los artículos sobre B3 me imaginaba un lugar así de inmundo.

    Un ruido me hizo seguir avanzando, antes de llegar al lugar de donde el ruido provenía, vi en una esquina un cuerpo de un hombre con el rostro desfigurado metido en una vitrina, de él salía demasiado olor a putrefacción, según mi suposición era la primera víctima de toda esta masacre. Seguí el camino hacia el ruido, me detuve al observar a B3 cubrirle la boca con un trapo a la ya amarrada Fiona Quinn, madre de las gemelas.

    El puzle ya se estaba completando, solo faltaba la pieza más importante.

    Notó mi presencia al instante. Tomó la primer objeto contundente con el cual hacerme daño que encontró a su alcance,  casualmente era un cuchillo. Mientras se acercaba empuñando el cuchillo, yo retrocedía sin tener en cuenta la posibilidad de chocar con algo, en mi camino del reverso.

    — ¿Cómo encontraste este lugar?

    —Seguí pistas.

    —Te vas a arrepentir de ello, la curiosidad mato al gato y ya sabemos los roles a desempeñar.

    Era hora de revelar la pieza faltante.

    —No eres quien piensas.

    —Te aseguro que soy todo lo que quiero ser.

    —No entendiste lo quise decir.

    —Explícate.

    —Como bien sabes soy el psicólogo de Breena, me eligieron por mi gran por ciento de casos resueltos, en toda mi carrera nunca le he fallado a un paciente. Cuando conocí a Breena, pensé que mi reputación iba a cambiar, no me encontraba preparado para lo que en su mente se hallaba. Fueron días duros yo combatiendo contra mi propio instinto con el fin de encontrar una solución. Su diagnóstico era erróneo.

    —Me estás aburriendo, hablas claro o no hablarás más —siguió acercándose hacia mí.

    —Breena sufre un trastorno de identidad disociativo o síndrome de personalidad múltiple. Suele presentarse como reacción a una situación traumática permitiendo que una persona evite los malos recuerdos. Su infancia está llena de ellos así que su mente se dividió para lograr seguir adelante. Es muy común que ese trastorno se confunda con la esquizofrenia, aparte una de sus personalidades si tenía esquizofrenia y herencia de amnesia.

    »Tú eres una de esas personalidades. Por lo que logré descubrir son 3. Está la normal con tendencia depresiva, la esquizofrénica con actitudes autodestructivas y la asesina con traumas de la niñez.
   
    »El cerebro es la parte más difícil de explicar del cuerpo humano. Es capaz de producir sensación, imitarlas, fingirlas hasta borrarlas. Crea sucesos nunca ocurridos y lo haces reales. Es la pieza más inteligente, la que controla las otras partes. Es capaz de anular recuerdos, de crear sueños magníficos y a la vez pesadillas aterradoras. Te controla. Te aconseja. Te manipula a su antojo. Cada cerebro es un misterio, algunos son fáciles de deducir u otros imposible de hacerlo. Yo psicólogo reconocido a nivel mundial por lograr casos que nadie pudo lograr, te digo que tú mente merece el premio del misterio más difícil de deducir.

     »No llegué a deducir que causó el trastorno como tal y no sé si esta personalidad lo sabe, pero sería bueno escuchar a tu madre relatar lo sucedido.
   
    Breena se giró hacia Fiona, que nos observaba con los ojos inundados en lágrimas. Ella asintió dispuesta a contar la historia.

    Una errática Breena le quitó la mordaza.

    —Era un 13 de junio del 2014. Tú y Breena paseaban en bote por el rio Dorcha. Era una de sus actividades favoritas, les encantaba el agua, aunque en aquel entonces todavía no habían aprendido a nadar. Yo me encontraba en la orilla recostada a una piedra leyendo, uno de los libros de tu abuelo, un ejemplar magnifico que se encontraba en alemán. El alemán es la segunda lengua de nuestra familia. Nunca más volví a ver ese libro hasta hace 5 minutos cuando lo vi en tu despacho. Supongo que lo habrás encontrado después.

    Señala hacia el cuerpo de la vitrina, indicando que fue él.

    La madre reprime un sollozo.

    —Las perdí de vista, pero no me preocupó, no era la primera vez que lo hacían y aparte no estábamos en una zona profunda. Me entretuve leyendo, lo próximo que vi, fue a Breeda llegar a la orilla sola, sin la compañía de su hermana. Corrí hasta ella, pregunté por ti y me contó que te habías caído del bote y no logró encontrarte. Te juro que se contrató al mejor personal, buzos de todos lados, pero no se encontró nada. Después de tres días se canceló la búsqueda era imposible que estuvieras viva.

    —Breeda fue la que me tumbó del bote, discutimos y así fue como ella reaccionó.

    Fiona ignoró la aclaración de Breena y continúo su historia. De una manera extraña los fragmentos de Breena se acoplaban para brindarle mayor entendimiento.

    —Al año y unos meses apareciste toda demacrada en la puerta de nuestra casa. Un médico y un psicólogo te revisaron. El médico nos dijo que estabas bien de salud pero que estabas tan débil porque acababas de dar a luz y el psicólogo nos comentó de la esquizofrenia que se venía formando. Pasaste un año sin hablarnos y nunca nos contaste que te había pasado, no tuvimos otro remedio que internarte.

    —Llegué a una orilla, un hombre me rescató, pero no uno de los buenos, como vez nunca me regresó a casa. Me llevó a su pocilga y me utilizó como juguete para satisfacer sus apetitos sexuales, si no obedecía me golpeaba, una vez llegó a encajarme un cuchillo. Obvio que iba a quedar embarazada. El día del parto él se descuidó, creo que supuso que no me escaparía sintiéndome tan débil; le encajé las tijeras con las que cortó el cordón umbilical y logré escapar.

    »Los asesinatos empezaron cuando logré matar a mi violador y trazar un plan para vengarme. Mi hija seguía viva pero desgraciadamente tiene su misma cara. Asesiné a todos los que tuvieron que ver con él, todos los que ayudaron a criar a mi hija y a todas las personas que no dieron el máximo para encontrarme y permitieron que viviera ese infierno.

    —Siento tanto lo que has tenido que vivir mi niña.

    —Yo te pido disculpas por no ser la hija que esperabas. Siento por no haberme tirado de aquella cornisa. Si se apuran pueden salvar a mi hija y a mi sobrina de morir ahogadas (sí, tu hija preferida estaba embarazada y tú ni por enterada, nació prematuro) están en un bote deambulando por el rio Dorcha, reviviendo la historia de sus madres.

    Yo me apresuré a rescatar a las niñas. Esa fue la última vez que vi a Breena antes de marcharme a mi ciudad. Ella logró escapar. La policía no ha dejado de buscarla, pero dudo que la lleguen a encontrar. La mente de de Breena es un misterio que ningún ser inferior va a lograr predecir.

                                                  FIN.

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