Angelomorphia. Manifiesto por la abolición del sexo

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Angelomorfismo y cristianismo

Queríamos que el género fuera abolido.
Nuestro plan infernal para un ser sin sexo
En los sueños de la piedad se cumple.
"Fausto"

Algunas personas, basándose en los datos de los capítulos anteriores, tienen la tentación de decir que hay que desaconsejar categóricamente cualquier contacto entre los sexos. En un tiempo los cristianos llegaron a conclusiones similares cuando decretaron que el pecado original era el pecado de las relaciones sexuales de Adán y Eva.

Aurelio Agustín vinculó definitivamente el pecado original a la atracción sexual por la lujuria. Entre 395 y 430 afirma tres veces que la lujuria a través de las relaciones sexuales transmite el pecado original. A partir de los hijos de Adán y Eva, se lega al hombre a través del acto sexual. Las primeras congregaciones cristianas le daban gran importancia, mucho más que las actuales iglesias católicas.

Para la verdadera iglesia la virginidad siempre fue preferible, pero como la iglesia no es un culto cerrado para personas ideales, los primeros cristianos decidieron no imponer la virginidad y el monasticismo a todos. En realidad, por eso existen los laicos y los que no tienen familia pero dedican su vida a Dios. Un matrimonio blanco, es decir, un matrimonio sin relaciones sexuales, es preferible a un matrimonio en el que existen dichas relaciones, aunque el cristianismo moderno intenta hacer concesiones si no a todos, al menos a las parejas heteronormativas.

Hay que tener en cuenta que mientras que el cristianismo tabú cualquier sexualidad, es decir, cualquier manifestación de la actividad de su sexo como algo que tiene sus propios deseos sexuales y voluntad distinta de sus propios deseos, los movimientos feministas prefieren distinguir entre el mismo sexo y las relaciones sexuales no deseadas con el sexo opuesto. Ambas posiciones están dictadas por la conciencia de la determinabilidad de los procesos internos y, por tanto, sociales (lo personal = lo social) por el hecho de la existencia de los géneros.

Sin embargo, el feminismo es totalmente materialista, y aunque ha popularizado las prácticas ocultas entre las jóvenes, esta fascinación está más bien ligada a su oposición a la visión cristiana del mundo, que ha sido demonizada por la política de las iglesias católicas. En realidad, los cristianos de la antigüedad eran los que profesaban una actitud más correcta hacia las mujeres en sus comunidades, donde, a diferencia de la sociedad pagana, no se las reducía a una mera función reproductora. Para las mujeres cristianas, el matrimonio secular no era un acto obligatorio.

"Volvieron los ojos a sus miembros y sintieron un movimiento de lujuria en ellos que no habían conocido. No podían evitar la confusión, pues era el mismo movimiento de la carne que empuja a los animales a la cópula, una manifestación de "la consecuencia del pecado" y "la carne resistiendo al espíritu". El Santo Apóstol en la Epístola a los Romanos distingue los dos lados de la existencia del hombre como la ley de la mente y la ley del pecado que se encuentra en los miembros (cf.: Rom. 7:23), y en la Epístola a los Gálatas como espíritu y carne: la carne desea contra el espíritu, y el espíritu contra la carne (Gal. 5:17). Si se compara la vida del mundo actual con la vida y las enseñanzas de Cristo, es claro y evidente que la vida de la mayoría de las personas es totalmente opuesta a Cristo.

Las palabras de Dios en la creación del mundo "sed fecundos y multiplicaos" tampoco tenían el significado que les atribuye la interpretación canónica de la Biblia. La traducción hebrea de estas palabras tiene un significado similar, y la primera significa "ser fructífero" (fructificar, dar fruto), mientras que "multiplicar" puede traducirse más bien como "aumentar, multiplicarse". Podemos ver la analogía con el crecimiento espiritual y la superación personal, pues inmediatamente después Dios quiere que las personas reinen sobre todas las criaturas terrestres. Sin embargo, las iglesias modernas tergiversan esta frase ordenando a las personas que tengan cada vez más hijos y los críen en el orden social tradicional.