Capítulo 13

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ZARA

La choza está tal cual la recuerdo, de todas esas prácticas que hicimos cuando teníamos apenas quince años. Dejo caer el peso de mi cuerpo en una de las sillas de madera, jamás pensé que debíamos recurrir a este plan. Aarón se deja caer como un saco de papas al suelo, también agotado. No me observa, no me habla, solo mira un punto fijo.

—Al menos llegamos a salvo —dice Emerick, entrando con madera—. No todo salió tan mal.

—Aún falta Colette.

Emerick hace una mueca y deja la madera en el suelo.

—Sí, ella tiene esa costumbre de malcriarte y ponerse en peligro por ti.

—¿Es mi culpa ahora? —inquiere.

—Sí, por salvar a una...

—Ni siquiera menciones su nombre, no eres digno —sisea Aarón, con una rabia que no es propia de él.

—Sólo digo que ella pudo escapar por sí sola. Una vez que Colette se entere de quién es ella, te va a asesinar con sus propias manos... —Finge pensarlo un poco y sonríe de forma cínica—. Espera, ella jamás te haría algo a ti. ¿Lo hago yo? Ni siquiera vivo para contarlo.

—Suena a que estás celoso —Aarón se levanta—. No es solo ella, hermano. Todos me quieren más a mí.

—¡Proteges a alguien que no trabaja con nosotros! —exclama Emerick.

—¡Porque la amo!

—¡No sabes qué es el amor! ¡Imbécil!

Yo también me levanto, sin saber muy bien qué hacer.

—Chicos, no creo que esto solucione nada...

—¡Es que no lo entiendes Zara! —me grita Emerick.

Aarón se interpone entre Emerick y yo.

—No le grites a Zari —le dice en voz baja—. No te atrevas a faltarle el respeto.

—¡Tú nos faltaste el respeto a todos, Aarón! —exclama frustrado—. ¡Me ocultaste quién es esa chica! ¡Nos mentiste sobre quién es en tu vida! ¡¿Y ahora?!

Aarón se pasa una mano por el rostro, frustrado también. Se sienta en la misma silla en la que estaba, y después de unos segundos Emerick hace lo mismo.

—Colette no puede enterarse.

—Debe ser demasiado para que no se lo quieran comentar a Colette —digo con la voz temblorosa.

Emerick me acerca una de las sillas de madera y la ubica frente a ellos, invitando a sentarme. Me las arreglo para controlar mi cuerpo y hacerlo.

—Se llama Maat —Aarón suspira, parece desesperado—. Fue parte de los que hicieron... el ataque.

—No termina ahí.

Esto es peor de lo que pensaba.

—Es parte de las tribus... de los grupos del territorio prohibido.

—¡De los... salvajes! —exclamo.

Aarón frunce el ceño y Emerick asiente.

—No son salvajes, Zari.

—No viven en la civilización, para mí lo son —dice Emerick—. No podemos confiar en ellos.

—Esto sí que es peor de lo que pensé —susurro.

—Oh, y espera a que Aarón continúe.

Aarón parece querer llorar por un pequeño momento, pero se recupera. Se ve que no es sencillo para él y quiero abrazarlo.

En medio del abismoWhere stories live. Discover now